Leo en Levante-EMV la noticia del 65 aniversario de la compañía de teatro amateur Àgora de Carcaixent. Los recuerdos me inundan y no resisto la tentación de escribir estas letras. Ante todo mis felicitaciones por la longevidad de una agrupación dedicada a la cultura que no desfallece y se mantiene en la brecha y que seguro que lo seguirá haciendo durante muchísimos años más.
Quiero desde aquí ensalzar, potenciar y animar el trabajo constante e ilusionado que hay detrás de organizaciones e iniciativas de este tipo. Hace años, yo formé parte de Àgora como técnico de iluminación y llegué incluso a tener algún papel secundario como actor. Anteriormente también estuve en el grupo La Tarumba de Alzira y por estas y otras experiencias en el mundo del espectáculo, puedo hablar con conocimiento de causa.
Agrupaciones como estas son la escuela ideal para desarrollar inquietudes de muchos jóvenes que descubren un camino que es, en primer lugar un ambiente de relación, diversión y aprendizaje y posteriormente, en algunas ocasiones, un futuro profesional tras su correspondiente formación.
Son la vía perfecta para poder tener una primera toma de contacto en una disciplina que, con perseverancia y trabajo, se puede convertir en lo que a primera vista puede parecer inalcanzable. Muchos actores profesionales que hoy en día vemos por televisión tuvieron sus inicios en lugares y grupos como estos.
Pero la intención de este escrito no es loar únicamente a los actores o directores que se hacen populares y famosos. Quiero hacer especial hincapié en el trabajo, casi siempre anónimo, de mucha gente que está detrás y dedica esfuerzo, tiempo y talento para conseguir un objetivo común: la obra completa. Para ellos también es un camino que les puede llevar a la profesionalidad. Un montaje de teatro necesita electricistas, pintores, decoradores, diseñadores de moda, maquilladores, músicos, peluqueros, etc. Cualquiera que se sienta atraído por alguna de estas técnicas, puede encauzar sus sueños en un grupo de teatro amateur.
Cuando en el año 2000 Vicente Giner, director de Àgora, nos propuso la idea de montar «La venganza de Don Mendo», de Pedro Muñoz Seca, me pareció una idea muy atrevida. Todos los que conocemos la obra sabemos que necesita un grupo amplio de personas. Tanto para actuar como para preparar y montar (los que estamos detrás, vamos). Lo creí imposible y sin embargo ya llevan 17 años representándola. ¡Bravo! Por ese montaje hemos pasado varios colaboradores a lo largo de estos años. Me siento especialmente orgulloso de haber participado en él desde su génesis.
La complejidad de la obra nos hizo plantearnos la tecnología escénica con tal de adaptarla a escenarios que no tenían infraestructura para el cambio de los telones en las diversas escenas. La mayoría de pueblos y ciudades carecen de un gran escenario donde instalar todo lo necesario para su representación. Diseñamos un sistema para que en lugar de que los telones subieran y bajaran, se corrieran de un lateral a otro. De esta manera pudimos representar la obrasin perder oportunidades.
Ejemplos como este son el resultado de ideas puestas en común entre todos los componentes del grupo. Son logros colaborativos. Por eso creo que el anonimato es injusto y aunque no pueda hacer en esta página una relación de personas e ideas que surgen contribuyendo al resultado final, sí quiero dedicarles este escrito.
Tengo la gran satisfacción de que en este montaje trabajamos conjuntamente mis hermanos y yo. Jordi Benavent, reputado artista plástico, diseñó y realizó los telones. Raúl Benavent, genial músico, compuso y arregló las piezas musicales. Quiero sacar del anonimato a un excelente grupo de personas: Hilario Osca hizo el vestuario, Sonsoles Crespo el maquillaje, Roberto Alario las pelucas. Y los actores Roberto Ripoll, Silvia Valero, Josemi Ortolá, Julián Hernández, Enrique Martí, Maribel Piera, Isabel Martí, José Escobar, Lourdes Ferrer, Ana Escobar, Salut Llopis, Juan Ferrer, etc. Que me perdonen los que no os he nombrado. Todos bajo la dirección de Vicente Giner. Personas que viven por y para el teatro.
Les propongo que como recompensa al trabajo en conjunto, vayan a ver, si pueden, las representaciones previstas de esta obra que sigue siendo tan actual como el primer día. A los que la conozcan les gustará recordarla. Otros la descubrirán. De todas formas, todos se divertirán, seguro. Y a los que siempre se hayan sentido atraídos por este mundo, les invito a que entren en él, lo descubran y lo vivan. Àgora, por muchos años.
