El mes de diciembre se acerca a su ecuador y deja una estampa nunca vista en la comarca. No, no se trata de una nevada histórica. La imagen que más llama la atención en estas fechas es la del humo que se produce al quemar la paja del arroz y que ayer tapaba el cielo en localidades como Sueca, Cullera, Favara o Llaurí. El calendario impuesto por la conselleria de Medio Ambiente ha provocado el descontrol, el caos y el enfado en el sector arrocero, además de una gran cantidad de multas a aquellos agricultores que han quemado rastrojos fuera de los horarios establecidos.

El hecho es insólito. En los últimos años la quema de la paja ha tenido que ser aprobada casi «in extremis» ante la falta de una alternativa que satisfaga a los agricultores, que defienden la actividad como la única manera eficaz, por el momento, para eliminar los rastrojos del arroz una vez se produce la siega. La quema de la paja del arroz se ha realizado siempre en pocos días, semanas a lo sumo, una vez recolectado el cereal. Es por ese motivo que resulta llamativo ver el cielo cubierto por el humo a mediados de diciembre.

Además, se trata de una situación que ha afectado a una buena parte de la provincia, desde València hasta el litoral ribereño. Precisamente en el Cap i Casal se llegó a culpabilizar de la contaminación ambiental que sufre la ciudad a los agricultores, que se defendieron de las críticas del alcalde, Joan Ribó, alegando que en dicho periodo no se había quemado «ni un rastrojo».

Se trata de una imagen que, por otra parte, los agricultores y los molestos vecinos esperan que no se vuelva a repetir en el próximo año. El sector arrocero es uno de los que ha manifestado en múltiples ocasiones sentirse descontento por el calendario de quema. El presidente de la Comunitat de Regants de Sueca hace unos días, en un artículo de opinión publicado por Levante-EMV, que los arroceros del Parc Natural de l'Albufer se sentían «engañados» por los responsables del área medioambiental de la Conselleria de Agricultura y Medio Ambiente.

Fortea incidía en que, a inicios de mes, todavía estaba por quemar o recoger la paja en el 80 % del término de Sueca. Un hecho jamás visto en estas fechas del año. Cabe señalar, además, que como apuntaba el presidente de AVA-Asaja, Cristóbal Aguado, «en el mes de diciembre los días son más cortos, hay más humedad y la paja arde mucho peor, más lentamente, por lo que suele ocurrir que empieces a quemar en la hora prevista pero no hayas terminado a la hora establecida».

El citado calendario priorizaba las partes más hondas que son, en definitiva, las más susceptibles de inundarse en caso de precipitaciones. De hecho, un episodio de lluvias en las zonas de cultivo en las que la paja no se hubiera recogido habría provocado su oxidación y la posterior contaminación del lago.

Multas

Precisamente, ese es el motivo que ha impedido a los regantes inundar los cotos de caza, lo que provocó una primera jornada de «tiraes» calificada como «histórica», en el sentido negativo de la palabra, por la ausencia de aves acuáticas en la Ribera Baixa. Y ya no sólo los acotados, sino también los propios campos.

Como ya adelantó este periódico, la situación ha degenerado en algunas quemas nocturnas clandestinas, y por tanto ilegales, así como en numerosas quemas fuera del calendario y de las zonas establecidas, lo que ha provocado centenares de multas.

Ante tal situación, los agricultores se han cansado de pedir soluciones, además de la retirada de muchas de esas sanciones. El sector reclama cambios y mayor previsión para el próximo año para evitar que la quema se prolongue durante tantos meses.