La proliferación de palomas ha dejado de ser sólo una compañía molesta para los clientes de las terrazas de la plaza Mayor de Alzira, a los que se acercan con total descaro llegando incluso a picar en los platos de «snacks», para empezar a convertirse en un problema. La fachada de las antiguas Escuelas Pías, el edificio que acoge la Casa de la Cultura y que está catalogado como Bien de Relevancia Local; los maceteros que flanquean la puerta de acceso y el tono blanquecino del propio pavimento de la calle dan fe de un goteo continuo de excrementos de estas aves que han aprovechado los recovecos de las ventanas para anidar.

El equipo de gobierno ha incorporado una partida de 20.000 euros al presupuesto municipal de 2018 para tratar de corregir esta situación, ya que la acumulación de excrementos no es sólo un problema de higiene, sino que a la larga también tiene consecuencias en el patrimonio al causar daños en la piedra integrada en este edificio histórico. El concejal de Servicios Públicos, Fernando Pascual, ha confirmado la intención de instalar una pequeña tela metálica en los diferentes tramos de la fachada en que han anidado las palomas para forzar su marcha. «Hemos realizado ya una prueba en el edificio de los antiguos juzgados en la plaza de Casassús que consideramos ha dado un resultado óptimo», comentó el edil, mientras relataba que la tela metálica impide que las palomas entren en el edificio y al reducir sustancialmente el espacio que queda libre en la repisa «cada vez hay menos porque no caben».

«Hay que reparar el daño que están causando las palomas no sólo en la fachada, sino también dentro», incidió Pascual, mientras señalaba que se ha detectado que estas aves se han llegado a introducir en la cámara de la talla de la Casa de la Cultura.

Las características de la fachada de este singular edificio propicia que decenas de palomas se refugien en ella y también se han llegado a colar por la ventana de algunos pisos de esta calle peatonal que sobrevuelan a diario. Como ya informó Levante-EMV, el descaro que demuestran estas aves es total ya que merodean por las terrazas de la plaza Mayor y no dudan en posarse sobre las mesas, aunque se encuentren ocupadas.

Las manchas blancas de sus excrementos tanto en las paredes de las antiguas Escuelas Pías como en cualquier repisa, donde se acumulan, son la huella evidente de su presencia.