Hermenegilda Trinitaria Cebrián Anaya, o Trini como prefiere que le llamen sus amigos, es la mujer del momento. La vecina de Alginet de 84 años que se ha sacado el carné de conducción AM Limitado -y sin un solo fallo- está en boca de todo el pueblo, sobre todo tras el emotivo homenaje que recibió por parte del ayuntamiento. El consistorio distinguió a Trini porque la consideran «un ejemplo de superación», precisó la edil de Sanidad, Centro de Día y Mayor, Ana Gómez. Toda humildad, Trini aseguró ayer que quien se merecía un homenaje era su profesor de la autoescuela, José Vicente Roig «por su paciencia, por ser una persona encantadora y por tener el don de la enseñanza».

El acto emocionó a su protagonista. «Fue un homenaje muy bonito. Me regalaron unas flores, un placa con el escudo del pueblo y una insignia. Pero lo mejor fue ver la sala llena de gente y todos me felicitaban. Es muy gratificante porque yo no nací aquí pero aún así ves que personas de un sitio del que no eres, aunque yo ahora me considere una vecina más de Alginet, te tratan tan bien», enfatizó ayer.

Trini pasó muchos años de su vida en Suiza y allí intentó obtener el permiso, aunque no culminó su preparación. «En Suiza, para sacarte el carné, tienes que hacer un curso sobre primeros auxilios. Lo hice, pero después lo dejé y no continué con mi formación. Yo iba a todas partes con mi marido y no lo necesitaba. Cuando vine a Alginet, pensaba lo mismo», explicó. No obstante, el fallecimiento de su marido, ahora hace dos años, propició su ingreso en la Autoescuela Alginet.

«Yo no pensaba que mi marido se fuera a marchar antes que yo, por eso jamás me vi con la necesidad de sacarme el carné. Cuando murió, comprendí que ma hacía falta un coche, porque te da mucha libertad, se lo comenté a mi hija y me dijo que sí», agregó. Desde que recibiera su educación cuando era pequeña, no había vuelto a estudiar. El reto, aunque mayúsculo, presentó una serie de facilidades: «Cuando yo viajaba con mi marido, siempre llevaba el mapa, le indicaba por dónde teníamos que ir, así que tenía algunas nociones de señales, pero aún así necesité estudiarlas a fondo. Además, yo soy muy internauta, me manejo bien con el ordenador, incluso durante las vacaciones de Navidad en Suiza pude seguir preparando mi examen a través de Internet. Pero lo más importante fue mi profesor de autoescuela. Tuvo mucha paciencia conmigo. No es lo mismo enseñar a chicos jóvenes de 20 años que a una persona de 84. Nunca se puso nervioso conmigo ni me riñó si lo hacía mal. Es un encanto».

Aunque Trini ya conduce un vehículo de 49 centímetros cúbicos, reconoció que nunca ha sido fan de la velocidad: «Yo a mi marido siempre le decía que si iba a ir corriendo a los sitios, que me bajaba. No hace falta ir con prisas. Hoy (por ayer) tenía que ir al médico, pues yo he salido de mi casa con tiempo, sabiendo lo que iba a tardar y que después cuesta aparcar». Un ejemplo de vida.