Decía el pensador italiano Antonio Gramsci que: «El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos». De alguna forma, en el mundo del deporte también aparecen esa especie de monstruos (en este caso, en el buen sentido del término) en un momento en el que chocan generaciones, formas de proceder muy distintas. Bien lo saben en la pilota valenciana los especialistas que conocen la historia del deportista de Alginet Julio Palau Lozano, conocido como Juliet. Uno de los mejores jugadores que han existido.

El pilotari de Alginet supuso un punto de inflexión importantísima. En su conocida partida de 1945 contra el Xiquet de Quart se enfrentaron dos modelos de entender el juego. Por una parte, la robustez de un pilotari con unas condiciones físicas casi sobrehumanas. Por la otra, Juliet, conocido por ser el primer pilotari que introdujo la razón al juego. Progresaba cada tarde hasta que en 1945, con veinte años recién cumplidos, se enfrentó mano a mano al Xiquet de Quart en un abarrotado trinquet de Alginet que tuvo que cerrar las puertas. La partida se decantó a su favor después de una titánica lucha con igualada a 55. Al ribereño se le recuerda por estar siempre excelentemente colocado, por leer a la perfección cada situación, por conocer a los rivales y aprovechar sus carencias. Él siempre decía que la pilota era «un juego científico». Realmente el científico era él. Inteligencia contra el impulso físico. Todos coinciden en señalar que Juliet fue un hombre providencial para la pilota valenciana. La salvó en la época más difícil, en plena posguerra. Y lo hizo aplicando la mejor medicina para un deporte señalado por los dedos acusadores: con incorruptible honradez.

Juliet cambió la pilota para siempre. Su prestigio (ganado a base de jugar y ganar en los principales trinquets del panorama valenciano) le llevó a ser conocido en todos los rincones de la geografía y muchos fueron los que quisieron imitarle, produciendo una expansión de la afición por el deporte autóctono. El alginetino jugó durante aproximadamente veinticinco años, desde principios de los cuarenta del siglo pasado hasta 1968. Durante su época de esplendor se abrieron nuevos trinquets. Sólo en la Ribera, en Benifaió (1945), Carlet (1947), Guadassuar, Carcaixent (1948), Sueca (1949) y Villanueva de Castellón (1950). Todos los inauguró él, con las partidas principales de jornadas para el recuerdo. También estuvo en la puesta de largo de otros trinquets de enorme importancia inaugurados por entonces como Gandia, Benissa, Ondara o Massamagrell. Así se recopila en el serial de libros configurado por la editorial «Això és com tot», que cuenta con un volumen específico sobre Alginet en el que Juliet es el gran protagonista.

En la partida inaugural de Carlet se enfrentaron Juliet y el Xato contra Rovellet (su gran rival durante décadas) y otro de los Xato, éste de Museros. Vencieron los primeros por 60-45. Fue una de las etapas más brillantes de la pilota valenciana, sobre todo gracias a la modalidad de «escala i corda». Todo ello en un momento en el que el régimen franquista todavía no había descubierto las posibilidades del fútbol como un mecanismo de autorreafirmación tanto a nivel interno como sobre todo a nivel exterior, como se demostró con la utilización de las Copas de Europa ganadas por el Real Madrid. A partir de la década de los 60 la expansión del fútbol fue imparable.

Reconocimientos

Los duelos de Juliet con Rovellet hicieron cambiar la concepción de este deporte y empezaron a gestar la gran afición y repercusión de la que goza actualmente. Se retiró en 1968 y se desvinculó de la pilota. A pesar de ello fue homenajeado y en la Catedral (en el trinquet de Pelayo), durante una partida de Genovés, el juego llegó a detenerse para ofrecerle una espontánea ovación cuando el público vio que entraba por la puerta. Sin ir más lejos, su rostro es uno de los cinco que presiden la galería del trinquet de Pelayo y fue elegido para poner la primera piedra de la actual Ciutat de la Pilota. En 2014 se le concedió la medalla de oro al mérito deportivo de la Generalitat Valenciana y murió un año después, en noviembre de 2015.