Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La Vall del Xúquer implanta un proyecto social que presta apoyo a los jubilados que viven solos

? El programa, financiado por la Mancomunitat, atendió a más de setenta personas en 2017 ? Las trabajadoras compatibilizan la atención con la lucha contra la soledad de los mayores

Inés Peris camina por su casa ayudada por Rosmi Mendizábal, trabajadora social del proyecto. vicent m. pastor

La población de España envejece. Y eso, entre otros cambios, implica que las familias y las administraciones deben movilizarse para apoyar a sus mayores. Nuevos roles y decisiones, respetando su voluntad y su independencia. Con el paso de los años, en vez de ganar autonomía se da una pérdida sucesiva de habilidades, lo cual genera un sentimiento de fragilidad. Frente a esto, tanto la persona necesitada como su entorno tienen que adaptarse a la situación. Una realidad que implica nuevas responsabilidades. Por eso han surgido opciones como los centros de día, la asistencia telefónica o el proyecto social que ha implantado la Mancomunitat de la Vall del Xúquer (Alcàntera de Xúquer, Càrcer, Cotes y Sellent), donde las trabajadoras del programa de Servicios Sociales, que en 2017 atendieron a más de 70 personas, se han convertido en el mejor antídoto de los ancianos y ancianas frente a la soledad.

La mayoría de personas que se han visto beneficiadas son mujeres y hombres de más de ochenta años, con movilidad reducida y pensiones bajas. El ejemplo está en Inés Peris, una vecina de Alcàntera que a sus 93 años, se ha quedado «aislada». Trabajó sin tregua desde pequeña, pasó hambrunas y calamidades y perdió a su hijo en un accidente y a su marido siete meses después del trágico suceso. Ha sobrevivido a todos sus amigos. A su familia y a su época. Y en el retiro doméstico no elegido que convierte los días en medidas de tiempo eternas, se estaba apagando poco a poco.

Aceptar la realidad

Supo adelantarse al trance y solicitó ayuda. Necesitaba compañía. Y acertó. La mayoría de las veces le basta con un poco de conversación, aunque como fiel amante de la limpieza, aprovecha la presencia de Rosmi Mendizabal para asear la casa. «La vida no ha sido justa conmigo. Si yo fuera de letras, me hubiera gustado escribir un libro. No me queda nada. Lo bueno es que ahora tengo a Rosmi, que cuando se va me deja un gran vacío pero cuando está conmigo me ayuda mucho. Es muy servicial y atenta. Dios que me la guarde por mucho tiempo», aseguró emocionada Peris.

Ella disfruta y las trabajadoras del programa, en el que la Mancomunitat ha realizado la mayor inversión de la historia con 166.630 euros, también. El intercambio de lo inmaterial casi se ve y se toca: una recupera libertad, distracción y actividad, otras reciben cariño y agradecimiento. Así se fraguan relaciones en medio de días que casi siempre pasan demasiado despacio. «La gente tiene que pedir ayuda sin tener vergüenza. Tengo amigas que están peor y no lo han solicitado. Me llaman por teléfono constantemente para hablar conmigo y siempre me están dando consejos. Son una maravilla. Estoy muy agradecida con los servicios que me prestan», explicó Inés Peris.

Compartir el artículo

stats