Rozaban las diez de la mañana y el cementerio de Paterna respiraba emoción bajo un cielo nublado. Decenas de familias se congregaron ayer ante la fosa número 22 del camposanto de l'Horta Nord para seguir manteniendo viva la memoria. La de los suyos y la histórica. La de todos. Y es que ayer, fue el primer día del proceso de exhumación de la sepultura.

«Esperamos encontrar, en los próximos dos meses 39 cuerpos», apuntó, en este sentido, el director arqueológico de la Asociación Científica ArqueoAntro, Miguel Mezquida. «En una semana esperamos llegar a los restos de los represaliados, ubicados bajo los cuerpos de enterramientos ordinarios», añadió.

Entre las víctimas se encuentran vecinos de diferentes poblaciones de València (Carlet, Alberic, L'Alqueria de la Comtessa, Benaguasil, Benifaió, Bunyol, Sagunt, Xàtiva o Yátova).

La presentación de la actuación, financiada por la Diputació de València contó con la presencia de la responsable de Memoria Histórica, Rosa Pérez. «Compartimos la alegría de las familias que pensaban que no iban a vivir este momento, un momento que se ha demorado demasiado», añadió la diputada.

De Alberic yacen en la fosa Paulino Santamaría Ramón, Enrique Miñana Richar, Enrique Andreu Muñoz y José Mª Verdú Ramírez; de Carlet Pascual Monreal Lozano, José Marco Pérez, Salvador Hervás Noguer, Antonio Llácer Duart y Manuel Hernández Sáez; y de Benifaió Ramón Domingo Estellés.

Matías Alonso, del Grupo de Recuperación de Memoria Histórica, afirmó: «De estas iniciativas no sale sino paz y tranquilidad para hijos y nietos de los asesinados por sus valores que hoy rigen en toda Europa». «Según las investigaciones del historiador Vicent Gabarda-explicó Mezquida- los fusilamientos de estas 39 personas se consumaron el 28 de julio de 1939, pocos meses después de acabar la Guerra Civil».

Amelia Hernàndez es una de las fundadoras de la Associació per la Memoria Històrica de Carlet, que lleva dos años desarrollando y ha impulsado la exhumación de la fosa. Ayer expresó su alegría en su nombre y en el de las familias. «A mi abuelo lo mataron con 23 años y mi padre se murió con él en la boca. Solo le vi llorar recordando a mi abuelo», dijo. Emocionada, dio las gracias a todas las personas e instituciones que ayudan a que la memoria no muera. «Pensaba que este día nunca llegaría, gracias a la Diputació, al Grupo de Recuperación de la Memoria y a Carmen Gayà por su apoyo».