Posiblemente nunca encontrarán una de esas olas gigantes que ilustran de tanto en tanto el cierre de un telediario, pero sí las suficientes para deslizarse con sus tablas desafiando la ley de la gravedad y, sobre todo, para aprender. Casi a diario, pero especialmente los fines de semana, decenas y decenas de aficionados al surf desfilan por la playa del Marenyet de Cullera. Si el parte anuncia olas, no importa el frío ni el mal tiempo. Es su temporada alta. El surf está de moda y la playa del Marenyet es un destino de referencia.

«El mar necesita un regulador que lo retenga y aquí tenemos unas condiciones muy buenas. Si fuera océano sería un paraíso para los surfistas», comenta Carlos Audivert, el director deportivo de la Escuela Surf Valencia -que opera en esta playa con una amplia oferta de actividades de deslizamiento sobre el agua durante todo el año-, mientras detalla que la bahía de Cullera y la larga escollera del Xúquer por un lado, y las aportaciones del río -tanto de agua como de lodos- por otro, favorecen unas condiciones especiales en esta playa que, según los aficionados, descubrieron para el surf en los años ochenta unos pioneros de este deporte que procedían de El Perelló.

«Si la probabilidad en el Mediterráneo es que haya 50 días surfeables al año, en Cullera lo duplicamos y pueden haber 100 ó 120 días», apostilla Audivert, mientras destaca que esta playa también esta protegida de los vientos predominantes. «El surf no quiere viento; la ola quiere poca profundidad y tener buenos bancos de arena», comenta, mientras destaca la importancia de tener el río justo al lado.

«En València, la playa de olas que mejores condiciones tiene es el Xúquer. El Mediterráneo es muy bueno para aprender, es una ola muy noble y es siempre accesible, no hay día que no puedas entrar por miedo», incide Audivert, quien subraya que la ausencia de mareas propicia que cuando hay un día bueno de olas sea pueda disfrutar «todo el día».

La escuela Posidonia, constituida formalmente en 2015 al unirse la trayectoria de dos enamorados del surf, Carlos Audivert Vert y Moisés Talavera, es un punto de encuentro para surferos. De hecho, nació como un club de amigos que compartían las instalaciones, aunque el «boom» de lo que Audivert denomina «la industria del surf» abrió nuevas expectativas para convertir lo que era un negocio de temporada en una actividad empresarial durante todo el año. El intercambio de información por internet y las redes sociales han propiciado una revolución -antes los aficionados se desplazaban casi a ciegas a la playa en busca de olas y ahora tienen a su alcance partes actualizados- y, más allá de buscar olas, el surf y sus variantes como el paddle surf están en la cresta de la ola.

La escuela alimenta el deporte de nuevos aficionados -algunos desde edades muy tempranas-, pero la afluencia al Marenyet va más allá de sus alumnos. Es habitual ver en las calles que desembocan en la playa caravanas de surferos que acuden a pasar el fin de semana junto al mar y neoprenos tendidos al sol esperando su regreso al agua en busca de olas. No es imprescindible que los vehículos vengan de muy lejos. El surf es una forma de vida.