El festival de artes escénicas Polinyà Íntim celebrado en Polinyà de Xúquer ha cerrado su segunda edición «con resultados muy satisfactorios», ya que el porcentaje total de ocupación durante los dos días ha sido de un 90% y el número de espectadores ha ascendido a 1.700 personas. Estas cifras, subrayan fuentes de la organización, «reafirman tanto la calidad de las propuestas programadas como el interés de los vecinos de la Ribera Baixa por el certamen, como lo demuestra el hecho de que varias de las obras agotaran todas sus localidades antes incluso de comenzar el festival».

«El balance de esta segunda edición ha sido muy positivo», apunta el director del festival, Jacobo Roger. «Apostamos por una programación vanguardista muy variada, con obras de formato más tradicional junto a otras mucho más arriesgadas, pero siempre con el sello de la calidad como único criterio», añade. La asistencia al festival ha crecido respecto al año pasado: «Hemos pasado de 1.500 espectadores a 1.700, lo que refuerza el compromiso de los vecinos con el festival, porque ya no se trata de la novedad y la curiosidad por una primera edición, sino de consolidar un proyecto cultural que sitúe a Polinyà en el mapa», argumenta Roger, que recalca: «Realmente, la cultura y las artes escénicas pueden ser un motor para la economía y la visibilidad de los pequeños municipios. Y eso ya se ha podido ver este año porque no todo el público era de Polinyà, también había de pueblos de alrededor como Riola, Sueca o Alzira, de localidades más alejadas como Bunyol o Siete Aguas e incluso gente que se desplazó adrede desde València para vivir la experiencia».

Escenarios peculiares

Durante los dos días que ha durado el festival se han programado 12 propuestas escénicas y se han llevado a cabo 26 representaciones en total, en 12 espacios diferentes del pueblo, desde la Plaça Major al Carrer de la Pilota, pasando por una antigua verdulería, una construcción agrícola del siglo XVIII o un almacén reconvertido en «pelaora» de naranjas.

En la oferta escénica han convivido desde una ganadora de dos Premios Max («Mulïer») a un «happening-performance queer» en una casa de labradores («Habitación sin vistas»), sin olvidar la potente programación infantil. Un homenaje a Chavela Vargas cerró el festival que tenía como «leitmotiv» reivindicar el trabajo de las mujeres creadoras.