Rafael Soler tira la toalla por falta de apoyos y ante la necesidad, reconocida por él mismo, de rejuvenecer el partido. Ha presentado su dimisión como líder comarcal del Partido Popular. El excalde de La Pobla Llarga y exdelegado del Consell dejará su puesto tras trece años al frente de los populares en la Ribera Alta, aunque continuará como diputado provincial, único cargo retribuido, junto al de la diputada alcireña Elena Bastidas, que la comarca conserva tras los sucesivos traspiés electorales.

Soler sostuvo ayer que se trata de una decisión personal y declinó realizar declaraciones. Tras comunicar en abril de 2017 a su círculo más íntimo que no repetiría, ahora se ha hecho oficial su decisión de no optar a la reelección. Lo hizo a través de una ejecutiva comarcal celebrada el martes en la sede del PP en València, donde reunió a militantes de su confianza para explicarles los motivos de su adiós como líder. Salvador Ferrer, secretario general del PP en la Ribera Alta y concejal de Carcaixent, asumirá el puesto de manera interina a la espera de la celebración de una asamblea, aunque no entra en sus planes ocupar la vacante que deja Soler. «Ahora no es posible convocar un congreso extraordinario para elegir a un nuevo presidente. Lo probable es que se nombre a una gestora, como ha ocurrido a nivel provincial», explicó Ferrer.

Interpretación de resultados

Soler ocupaba la presidencia comarcal desde marzo de 2005, cuando se impuso por un estrecho margen de tres votos al exalcalde de Rafelguaraf, Federico Tormo, que aglutinó el grupo crítico, y con posterioridad, fue reelegido en dos congresos (julio de 2010 y noviembre de 2012) de forma consecutiva sin tener que medirse con una candidatura alternativa. Desde entonces, es el gran superviviente de la debacle sufrida por los populares. Resistió la caída de su gran mentor, Alfonso Rus, y con su veteranía comandó un grupo en el que progresivamente ha ido perdiendo terreno.

Su bagaje al frente del partido se suma a una etapa anterior en la que ya ejerció como número dos del PP en la Ribera Alta, con Aurelio Hernández como presidente. En 2003 alcanzó la alcaldía de La Pobla y con posterioridad, se convirtió en hombre fuerte de Francisco Camps en la comarca, además de ser premiado con su designación como delegado del Consell en València.

Fuentes populares atribuyen su renuncia a optar a un cuarto mandato como presidente al proceso de regeneración que se vive en el Partido Popular, un hecho exigido incluso desde dentro. Las críticas se habían acentuado en los últimos años entre los más jóvenes, ante los que Soler había quedado sin apenas defensa. Un factor que, unido al descalabro electoral de su partido en la Ribera, donde perdió las alcaldías de las ciudades más pobladas, en algunos casos con resultados muy difíciles de recuperar, ha terminado propiciando su marcha.

Rafael Soler fue fichado por el PP cuando dirigía una sucursal bancaria y, como político, acumula una amplia experiencia en la gestión de empresas públicas. Fue subdirector general y director de recursos humanos de Egevasa entre 1995 y 1999 y ejerció como director gerente de Imelsa entre 1999 y 2006. También ha sido delegado del Consell en Valencia de 2006 a 2013 y ahora, tras su renuncia a liderar el Partido Popular en la Ribera Alta, continuará como concejal y diputado provincial.