L'Alcúdia ya tuvo oportunidad de demostrar el afecto que sentía por Pepe Vallés hace apenas un año y medio, con ocasión del acto solemne celebrado en el auditorio de la Casa de la Cultura para declararle Hijo Predilecto del municipio. Todas las fuerzas vivas locales y representantes de las más altas instituciones valencianas le agradecieron su humanidad y el esfuerzo que exhibió para dignificar el cooperatismo agrario. Ese aprecio volvió a certificarse ayer para despedirle. Vallés murió el miércoles en el único lugar en que podía hacerlo, en el campo, y sus paisanos acudieron a despedirle en masa. Cientos de personas abarrotaron la imponente parroquia de Sant Andreu Apòstol para acompañar a una familia rota por el dolor. Y la despedida de duelo en el cementerio fue interminable.

Las personalidades de la política y de las organizaciones agrarias, sociales y culturales que acudieron a brindarle su último homenaje se contaban por decenas. Pero, por encima de todo, los agricultores se volcaron para rendir su postrero tributo a un hombre que se desvivió, sin esperar nada a cambio, por los hombres del campo. Hoy ya ha pasado a la historia.