La segunda fase de las obras de la calle Benito Pérez Galdós empezaron ayer y lo hicieron con un más que previsible atasco del centro urbano de Alzira. Al impedirse la circulación en uno de los principales ejes viarios de la ciudad y redirigirse el tráfico a una calle, Reyes Católicos, y otro semáforo que restaba fluidez al tráfico, algunos conductores emplearon más tiempo del deseado en llegar a su destino.

Aunque en buena parte del día el tráfico fluyó sin generar grandes aglomeraciones, sí que se registraron algunos atascos en las horas punta del día (mediodía y a media tarde, principalmente). Los vehículos parados llegaban hasta la doble curva de la Plaça Major que da inicio de la calle Pérez Galdós.

El desconocimiento de muchos conductores, ya que algunos de ellos no eran conscientes del cierre que se realizaría en Pérez Galdós, a la altura de su cruce con la calle Reyes Católicos, ayudó a congestionar el tráfico. La zona no estaba preparada para sufrir las consecuencias del corte de tráfico. La intersección, regulada con semáforos, obligaba a los vehículos que circulan por Pérez Galdós a girar a la izquierda y a apenas unos metros se frenaban ante otro semáforo. Una pareja de policías municipales ayudó a aliviar las retenciones durante algunos momentos.

Sin rechazo comercial

Las obras pretenden aumentar el espacio peatonal y prolongar la reforma emprendida hace unos meses en el primer tramo de la calle Pérez Galdós.

Pero hay una gran diferencia entre las obras que tuvieron lugar el pasado verano. En aquella ocasión se cortó directamente el acceso a la Plaça Major, por lo que el escenario era distinto al no circular vehículos por la céntrica vía. Además, los que conducían por Reyes Católicos tenían las dos opciones (seguir recto o girar a la derecha), lo que permitía descongestionar el tráfico en la zona. La estampa del embotellamiento se repetirá, seguramente, durante los primeros días de las obras de manera habitual, hasta que buena parte de los conductores se adapten y comiencen a buscar rutas alternativas.

La imagen que no se ha vuelto a repetir es la de los comerciantes protestando. En el primer tramo muchos de ellos no dudaron en lucir enormes esquelas en sus escaparates pronosticando la muerte de los negocios de Pérez Galdós. Pero hasta hoy no se han producido cierres. Sólo un cambio de negocio. Esa campaña negativa no se ha repetido esta vez. Pocos ponen en duda que la reforma ha aumentado el número de viandantes que discurren por esa vía.