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Investigan si un paso medieval hallado en la Vila era el acceso al barrio judío

Norbert Blasco alerta de la posible presencia de un arco en el centro de un «adzucat» o callejón que se cegó a principios del siglo XX - Hoy forma parte de un patio interior que va a ser derribado

Trazado del supuesto «adzucat» ocupado por los patios interiores de las casas, con el muro de mayor anchura en segundo plano. vicent m. pastor

El inminente derribo de las casas de la calle Chulvi adquiridas por el Ayuntamiento de Alzira podría sacar a la luz un antiguo y estrecho callejón que tras quedar cegado se reconvirtió en patios interiores de las viviendas, que oculta además un arco de piedra de medio punto que podría haber delimitado la entrada a la judería. Son las hipótesis que baraja la asociación Gaspar Dies para la defensa del patrimonio histórico, que ha alertado de la posible presencia de ese elemento arquitectónico para evitar su desaparición durante el derribo.

El investigador Norbert Blasco recuerda haber visto ese arco medieval en el patio del antiguo horno de la calle Chulvi en los años ochenta, si bien el colapso de las viviendas adquiridas recientemente por el ayuntamiento impide el acceso para confirmar su conservación. Desde la terraza de un inmueble contiguo se constata la presencia de un muro de una anchura importante y con un vano que cierra uno de los patios, aunque no queda a la vista ningún elemento que confirme la presencia del arco. Blasco considera que el mismo formaba parte de un «atzucat» o callejón sin salida, que se cerró a principios del siglo XX con la construcción de una pequeña vivienda -la anchura corresponde a la de la estrecha vía- con fachada a la propia calle Chulvi. La perspectiva aérea permite constatar el trazado de esta calle y el investigador apunta como otro aspecto significativo que tanto la desaparecida Casa Simarro, que fue derribada para construir un bloque de viviendas y ampliar la anchura de la actual calle Salvador Enguix a la altura de Santa Catalina, como las viviendas de la calle Chulvi, tuvieran ventanas abiertas a este supuesto callejón que, por otra parte, es propio del trazado medieval de la Vila de Alzira. En el caso de la Casa Simarro, Norbert Blasco tiene documentada además una ventana con una reja gótica similar a unas existentes en la catedral de València.

El presidente de la asociación Gaspar Dies, Francesc Piera, apunta no obstante la posibilidad de que, más allá que un elemento de refuerzo en un estrecho «adzucat», el arco fuera la puerta de acceso a la judería o barrio judío que se localizaba en este extremo de la Vila, coincidiendo con la calle y la plaza la Sangre, lo que permitía cerrar el paso para garantizar la seguridad.

Los representantes de la asociación Gaspar Dies acompañaron ayer al arqueólogo municipal, Agustín Ferrer, y el jefe del área de Urbanismo, Miguel Vila, a la calle Chulvi para tratar de confirmar estas hipótesis, si bien el estado de ruina que presentan los inmuebles imposibilita el acceso. Los técnicos garantizaron que cuando se inicien los trabajos se intentará localizar el arco para conservarlo si sigue en pie.

Se conservarán las fachadas

El Ayuntamiento de Alzira, tras la adquisición de estas cuatro casas en una segunda subasta, se dispone a contratar unas obras de demolición controlada ya que se pretende garantizar la seguridad de los vecinos de la calle Chulvi, que han sufrido durante años el abandono de estos inmuebles. La normativa vigente obliga a conservar las fachadas. Los trabajos de demolición contemplan una rebaja de las mismas que garantice su estabilidad ante la imposibilidad de armar un andamio de refuerzo por el exterior, dadas las limitaciones de la propia calle.

Norbert Blasco, como estudioso del patrimonio histórico, realizó en los años setenta y ochenta una gran labor para concienciar a las autoridades y a la sociedad local de los valores de la Vila y tratar de garantizar la conservación de elementos de relevancia, aunque no siempre lo consiguió. Este trabajo permitió descubrir el arco adintelado de entrada a la Casa del Empeño, sede del actual Museu Municipal, que permanecía oculto bajo sucesivas capas de mortero y cal. Invirtió para ello un premio de 100.000 pesetas que había conseguido de TVE con el grupo de alumnos que participaba en el programa Misión Rescate.

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