Dadas las estrecheces económicas que viven las familias por las limitadas ayudas institucionales, por ejemplo en el caso de Vega sus padres iniciaron hace aproximadamente cuatro años una recogida de tapones de plástico que movilizó a miles de personas. De hecho, se vieron superados por la respuesta. En ese periodo de tiempo han recogido la friolera de unas 75 toneladas, que venden a una empresa de reciclaje. El recurso ni mucho menos les soluciona las necesidades pero es un grano de arena más. Y por eso los abuelos Enrique y Ángela están volcados en las diferentes campañas. «Viven para recoger tapones para su nieta», dice Reme agradecida. Por ejemplo, la familia necesita ahora un elevador para subir a Vega a la primera planta donde está el hábitat. El presupuesto más bajo que han obtenido asciende a 22.000 euros. Las ayudas se quedan muy lejos y, mientras, sus padres empiezan a padecer serios problemas de espalda. Vega crece y todo se complica.