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Cabello para ahuyentar a los jabalíes

Un agricultor de Alberic cuelga mallas repletas de pelo humano en sus árboles para evitar que la fauna salvaje destruya sus cosechas - El desarrollado olfato de los depredadores juega a su favor - Reclama medidas para controlar la población

Cabello para ahuyentar a los jabalíes

Ni mosquitos, ni orugas, ni mosca. La plaga más temidaplaga por los agricultores de la Ribera son los jabalíes. Los campos de cítricos, caquis y otros cultivos arrasados y llenos de socavones por culpa de la fauna salvaje se han convertido en una estampa casi habitual a la que se enfrentan a diario los labradores. Los daños causados están agotando la paciencia de un sector que exige medidas para reducir las poblaciones con batidas excepcionales de cazadores o una compensación económica que cubra los perjuicios provocados por la proliferación de estos mamíferos. La indignación y la impotencia de Rafael Colomina, un agricultor de 79 años de Alberic, le han obligado a agudizar el ingenio y rescatar viejos métodos de defensa para ahuyentar de su finca de seis hectáreas de navelina, a la abundante presencia de jabalíes que le viene causando pérdidas considerables. Su arma: el cabello humano. «Es un truco de toda la vida. Yo lo aprendí hace muchos años en Carcaixent y lo utilicé hace poco en otro campo en el que conseguí solventar el problema. Siempre ha sido muy efectivo. De hecho, ahora lo he puesto tan solo unos días y ya se nota que están entrando menos», explicó Colomina.

Antídoto efectivo

Antes lo intentó con un tupido vallado, pero el hambre venció al miedo animal y terminó echando por los suelos todo el trabajo. Al parecer, solo sirve este curioso repelente. Y es que el jabalí ve poco y en blanco y negro, pero su olfato y oído están muy desarrollados, un factor que juega a favor de los labradores en estos casos. El colocar restos de pelo cortados en una peluquería puede parecer extravagante, pero Rafael asegura que, de momento, es la única táctica que le ha dado resultado. «Entre mi hija, mi mujer y yo recogemos las bolsas y una vez en el campo, se introducen los mechones en unas medias o un calcetín agujereado. Los cuelgo en el árbol y cada dos o tres días vengo a echarles desodorante para que mantengan el olor a humanidad», declaró el agricultor

El agret en el punto de mira

Junto a este procedimiento, el vecino de Alberic también utiliza botellas con orines, que origina que los animales ya no vean tan apetitoso el excavar las tierras. Aunque si hay una clave para reducir los riesgos de que una cosecha sea atacada, esa es eliminar el agret, una especie de planta herbácea que nace en todo tipo de ambientes mediterráneos y en especial, en muchos campos de cítricos, sobre todo entre los meses de diciembre y mayo. «Ellos buscan las raíces y las lombrices. Les vuelven locos y más cuando está todo humedecido. Lo peor es que no paran y si en una parcela no encuentran nada, pasan a otra y esto se repite casi a diario. Ocurre sobre todo de noche y nosotros ya no tenemos edad para hacer guardias», sentenció Colomina.

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