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Los hermanos Parra de Alzira plantan una falla a los pies de los Alpes suizos

Una vecina de la comuna de Ardon con raíces en Carcaixent promueve la celebración de las fiestas desde hace tres años La jornada festiva reunió el lunes a más de 500 personas

El artista alcireño Roberto Parra, durante la «plantà» de la falla. l-emv

Hay ocasiones en que la coincidencia de ser fiestas del fuego lleva a asociar como «falla» aquello que, en cualquier parte del mundo, se quema con un mensaje social. Los ritos del fuego coinciden en muchos aspectos entre sí. Y si dirigimos la mirada a Suiza recordaremos cómo, apenas hace una semana, la ciudad de Zurich reunía a infinidad de personas, entre vecinos y turistas, alrededor del Boeoegg, el muñeco de nieve con el que se despide el invierno.

Sin embargo, este lunes, y a escasos kilometros de los picos nevados de los Alpes, se celebraba una fiesta fallera en toda regla. Tanto, que se llama «Fallas en Suisse», en la comuna de Ardon.

Una iniciativa que surgió de Rose-Marie Tagliaferri, suiza de nacimiento pero con orígenes en Carcaixent, y su marido. «Él es suizo al cien por cien, pero desde que conoció las Fallas que yo le enseñé, no paró de decir que es una fiesta maravillosa. Siempre ha pensado que es una pena que no se conozcan más».

Las historias suelen ser fruto de casualidades. Tras un accidente de automóvil, una operación quirúrgica impidió a Philippe y a Rose-Marie regresar, como es habitual, a València para ver las fallas de 2016. «Unos amigos valencianos le dijeron: 'Philippe,tranquilo, tú no puedes ir, pues nada, haremos la fiesta aqui en Suiza'. Y asi empezo todo». El primer año, a base de trastos viejos y algún «ninot» recuperado. «Allí se juntaron unas 240 personas de la 'terreta' y suizos. Todo salió perfecto, pero a la hora de hacer la segunda edición el ayuntamiento quería que estuviésemos en regla en todos los sentidos: que fueramos asociación con todo lo que esto impone, un seguro, estatutos... algo comprensible y así tener credibilidad a la hora de pedir un sitio para la fiesta, pedir ayudas a empresas, al ayuntamiento etcétera». La asociación se creó el 4 de marzo de 2017 y en poco tiempo ya tenía cien simpatizantes.

La edición de 2017 ya fue otra cosa, con falla (tamaño infantil, pero con algo se empieza) realizada por los hermanos Parra de Alzira. «Todo salió bien: buen tiempo, buen ambiente, bonita falla con fondo de montañas nevadas. Lo más grande es cuando la gente se acerca y te dice: qué día más bonito hemos pasado. Eso es lo que debe quedar de todos los sacrificios hechos para que todo salga bien».

La edición de 2018 ha evidenciado que la fiesta tiene recorrido. «Salió un día maravilloso, el sol se apuntó y la gente fue llegando a partir de las once y media. Poco a poco allí se juntaron más de 500 personas. Gente de todas partes de Suiza, hasta una pareja de Silla (que ya es el segundo año que vienen), españoles pero tambien suizos. Esa es nuestra meta, que la gente de aquí lo conozca y tenga ganas de ir a vivirlas en talla XL en València».

Hubo reparto de paella y «fideuà», pero también de salchichas y queso reclette, por aquello de maridar los dos países. Se ofreció en las pantallas la retransmisión de la «mascletà» del 18 de marzo previo a una «globotà». El folclore fue «español», con una exhibición de sevillanas, aunque por la tarde también hubo tango argentino. Una tómbola, con rifa de un «ninot» y otros regalos completaron una jornada calificada por Rose-Marie Tagliaferri como «muy positiva» y con la posibilidad de seguir creciendo «poco a poco, porque hay cosas que se tienen que ir entendiendo poco a poco. Lo hacemos entre pocos, pero vale la pena». A las 21 horas, y tras unos fuegos artificiales, la falla de los hermanos Parra ardía ante la impasible o quien sabe si sorprendida mirada de las montañas alpinas.

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