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Un trasvase para paliar la «sequía» de arena

Un baipás recuperaría el flujo de material hacia el sur de la Safor roto por el puerto de Gandia o hacia la Goleta de Tavernes, afectada por el dique de la desembocadura del Júcar

Un trasvase para paliar la «sequía» de arena

La oficina estadística municipal del Ayuntamiento de Valencia daba la voz de alerta la pasada semana: la anchura de la playa del Cabanyal, donde la arena queda retenida por el dique de abrigo a la dársena, ha aumentado de 135 metros en 2007 a 197 en 2012, mientras que en la playa de la Malvarrosa, al norte de la primera y más alejada de las infraestructuras portuarias, se ha producido una disminución al pasar en la misma fecha de 135 a 104 metros. Más al sur, en Pinedo y el Saler, donde la «sombra» provocada por el puerto es más acusada, la situación comienza a ser preocupante sin que los continuos «parches» en forma de diques o aportes esporádicos de arena hayan logrado otra cosa que desacelerar tímidamente el proceso erosivo.

Lo mismo ocurre en la costa de la Safor, concretamente en dos tramos. De norte a sur, el primero es el que forman las playas del Brosquil y de la Goleta, entre Cullera y Tavernes de la Valldigna, está provocado por el dique construido en la desembocadura del río Júcar. Al norte se acumula la arena y al sur las playas van retrocediendo. Lo saben bien en Tavernes, donde cíclicamente se tienen que acometer obras urgentes para recuperar el terreno y evitar que el mar lamine los cimientos de los edificios.

El segundo tramo, mucho más largo, está causado por el dique que cierra el puerto de Gandia. En este caso la beneficiada es la playa Nord de Gandia, la más conocida fuera de la Safor, y las perjudicadas son las que se encuentran al sur, entre Daimús y Oliva.

La solución a ese problema, o mejor, el abanico de posibles soluciones para recuperar el flujo norte-sur de la arena en el litoral valenciano no es fácil y los expertos se debaten entre la opción «cero», que consisten en no actuar y dejar que el mar vuelva a reequilibrar la costa, y las propuestas más arriesgadas y técnicamente complejas, como construir un baipás que, a través de bombas y una tubería de varios kilómetros, lleve en continuo la arena desde el norte hacia el sur, salvando los obstáculos que el hombre ha construido en la costa.

José Cristóbal Serra, catedrático de Puertos y Costas en la Universitat Politècnica de València (UPV) admite que este baipás es una «alternativa» aunque tanto en el caso del dique del río Júcar y de los puertos de Valencia y de Gandia podría no ser viable económicamente debido a la larga distancia existente entre la zona de bombeo y el lugar donde se tendría que depositar la arena. «El problema es que los baipás construidos hasta ahora tienen un límite de dos kilómetros de tubería, lo que, en este caso, obligaría a realizar estaciones intermedias de bombeo que encarecerían mucho el proyecto y la operación posterior», explicó.

«Viable técnicamente es, aunque quizá económicamente no lo sea, al menos con los equipos actuales», subrayó el experto, que fue quien llevó a cabo un estudio sobre las causas que generan la recesión en las playas del sur de la Safor. El tendido por el exterior del puerto podría obligar a instalar entre 8 y 12 kilómetros de tubería, con sus respectivas estaciones de rebombeo, para llegar desde la playa norte de Gandia hasta su destino en Daimús, Guardamar, Bellreguard, Miramar, Piles y Oliva.

En España opera desde el año 2008 un trasvase fijo, o baipás, que transporta la arena acumulada en el dique Juan Carlos I del puerto de Huelva y la Playa de Castilla, en el entorno del parque nacional de Doñana.

En el puerto de Granadilla, en Tenerife, fue la propia Unión Europea la que forzó la inclusión de un baipás en la declaración de impacto ambiental que permitió la nueva infraestructura, aunque finalmente el rechazo ecologista y recientes estudios de dinámica del litoral han desaconsejado esta opción porque no quedaba garantizado que la arena fuera a depositarse donde la esperaban.

En la costa de la Comunitat Valenciana es diferente. En Valencia, al norte de Cullera y de Gandia las playas crecen a simple vista y retroceden si se mira al sur de los diques que cierran los puertos o que protegen la desembocadura del Júcar. Después de algunos temporales, son visibles los efectos de erosión en las playas. Cuentan quienes tienen años que en Piles o en Bellreguard había más de cincuenta metros de arena de playa entre los actuales paseos marítimos y el agua. La distancia ahora es mucho menor, y eso que, como en la Goleta de Tavernes, también se han llevado a cabo trasvases de arena.

Refiriéndose al caso concreto del puerto de Valencia, José Cristóbal Serra señala que el problema sigue existiendo «Desde febrero de 2008, la playa del Cabañal ha crecido 46 metro, siete por año, y la de la Malvarrosa ha perdido algo menos de cinco metros en el mismo periodo», desvela el catedrático. En un futuro no muy lejano, la bocana de la Marina Real de Valencia podría quedar colapsada por una barra de arena que habría que dragar cada poco.

Serra ve inevitable que la playa de la Malvarrosa siga perdiendo arena porque «no llega nada desde el norte», donde el flujo natural ha sido interrumpido por otras infraestructuras. De ahí que plantee la posibilidad de un trasvase de arena hacia el norte» creando una especie de circuito cerrado.

El baipás es una solución cuestionada por las organizaciones ecologistas: destrucción de fondos marinos, turbidez, afección a posibles praderas de Posidonia, etc, pero el profesor Serra cree que estos efectos pueden limitarse con un adecuado control ambiental.

El sur se degrada

Según datos de la Demarcación de Costas en Valencia, las playas de Pinedo y el Saler, hasta la gola del Perellonet, sufren un proceso de regresión que remontan hasta 150 años atrás. El Turia apenas aporta depósitos debido a los embalses y la reforestación de las cuencas y el flujo norte-sur está interrumpido por el puerto. Ha habido una pérdida de medio millón de metros cuadrados de playa entre 1965 y 2013 en un tramo de costa de 12 kilómetros, que ha provocado ya la «degradación» del ecosistema entre el mar y el marjal-la devesa.

La Demarcación de Costas, organismo dependiente del Ministerio de Medio Ambiente, no ve viable la «opción cero» y confía en un gran depósito de arena que, según los estudios, acumula 90 millones de metros cúbicos situado frente al cabo de Cullera.

Los expertos señalan que con 5,5 millones de metros cúbicos de arena el tramo Valencia-Cullera podría recuperar la línea de costa que tenía en el año 1965, aunque para ello habría que gastar 55 millones de euros más.

El estudio que el propio Serra llevó a cabo para el sur de la Safor planteaba un aporte de al menos un millón de metros cúbicos para estabilizar las playas, al margen de otras actuaciones para evitar que sigan retrocediendo.

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