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Manual para visitar la ciudad

Un gandiense halla una «guía de Valencia para forasteros» del s. XIX

Pedro Borja se topó con el documento, editado en 1841 y firmado por José Garulo, en una antigua casa de Villena El autor aporta datos valiosos sobre la Valencia de la época

Un turista del siglo XXI llega a Valencia en avión o en tren de alta velocidad, visita la Ciudad de las Artes y las Ciencias, pasea por la playa, busca en su «smartphone» cuál es el mejor restaurante para comer paella y recorre el centro de la ciudad con algún guía turístico. Pero, ¿que haría un turista del siglo XIX al llegar a Valencia montado en burro o tras una peligrosa travesía en barco?

Las opciones del visitante eran muy distintas y se pueden encontrar en el «Manual de forasteros en Valencia», fechado en 1841 y escrito por José Garulo, que ha encontrado un vecino de Gandia. El curioso hallazgo se produjo en una antigua casa de Villena, «Villa Conejo». Pedro Borja, el descubridor de la guía, trabaja para una empresa que ha construido una central de energía solar en la localidad de l'Alt Vinalopó y fue en el terreno que compraron para desarrollar el proyecto donde encontraron el extraordinario libro editado en la primera mitad del siglo XIX.

Esta «Lonely planet» que tiene casi 200 años propone al visitante tascas, cafés y ateneos, así como edificios importantes, como la Lonja de la seda. También da información más práctica al recién llegado que tenía que adaptarse a la vida en la ciudad, una Valencia muy diferente a la que conocemos hoy en día.

El manual ofrece la dirección del ayuntamiento, explica los días en los que el correo sale de la ciudad y ubica las oficinas públicas, hospitales, iglesias y conventos más importantes. La horchata ya era, en 1800, una de las más típicas atracciones de la ciudad, por lo que aparecen recomendados en la guía los mejores lugares en los que probar la tradicional bebida de chufa, y algunos de ellos, como el de Santa Catalina, todavía hoy existen.

La guía recoge también información sobre los pueblos colindantes y un listado con las fechas y eventos que marcaban las festividades de cada localidad cercana a Valencia.

Algunos de los edificios marcados en esta guía siguen siendo las mayores atracciones turísticas de la ciudad. De la Lonja explica Garulo que «casi todos los que hacen relación de este magnífico edificio, cuentan que fue palacio de una infanta mora, destinado después por el invicto conquistador para casa de contratación donde debían celebrarse las reuniones mercantiles bajo la égida y vigilancia de un tribunal consular». Este invicto conquistador sería Jaume I, y el texto continúa explicando la historia de esta obra del gótico civil. «Cerca de tres siglos despues en 1442 se arruinó aquel edificio, y el Sr. D. Fernando el Católico en 1482 le reedificó con el mismo objeto, conservándole el nombre que el conquistador le había dado de Lonja ó casa de contratación».

Un apartado singular de esta guía es el que propone rutas y paseos en los que disfrutar de la historia y los lugares típicos de la capital. «El paseo de la Alameda vieja hasta el Grao tiene de estension sobre tres cuartos de legua», recoge el manual. «Si se sigue este recorrido se encuentran muchas y buenas casas de recreo con sus jardines, alquerías y barracas blanquísimas», que, según narra, lo hacen «más ameno».

«No es menos halagüeño el sitio de placer erigido sobre las ruinas del antiguo palacio de los capitanes generales, llamado del Real, que fue demolido en la guerra de la independencia para facilitar la defensa á la ciudad». Así describe esta histórica guía la zona de los jardines del Real.

Es verdaderamente sorprendente como ha cambiado en 200 años la forma de divertirse. José Garulo proponía en su manual los reñideros de gallos. «Junto a la plaza de Mosen Sorell hay un circo, donde se reúnen los aficionados a combatir gallos», explicaba. También el tiro de gallina y de palomo triunfaban en «el cauce del rio, y sitio llamado de la Pechina».

Otros entretenimientos siguien siendo hoy en día elementos básicos del tiempo de ocio, como el «juego de villar en los cafés», el juego de pelota, los naipes o incluso los toros. Explica que la plaza, «estramuros de la ciudad, aunque de madera presenta muy buen aspecto y prueba habilidad en los carpinteros valencianos».

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