A lo largo de las más de dos décadas que Ximo Gascón estuvo al frente de Padur pasaron por el mítico local de la playa de Tavernes de la Valldigna más de 200 trabajadores. Eran, en su mayoría, jóvenes estudiantes que buscaban ganar algo de dinero, bien en verano o bien en fin de semana cuando regresaban a casa tras pasar toda la semana en Valencia pero, que sobre todo, aprendieron un oficio e hicieron muchos amigos. Trabajar en Padur, de hecho, daba cierta posición social.
«Ahora, muchos de ellos son médicos, banqueros, profesores o empresarios», destaca Gascón, quien se siente orgulloso de ver cómo «de Padur han salido otros locales de hostelería, de gente que ha trabajado aquí, ha aprendido y después se ha montado sus propios negocios».
Gascón asegura que los camareros de Padur estaban «elegidos a pulso» y que contribuían, junto a los clientes, a crear esa atmósfera especial que solo se encontraba en este local.
Insiste en que este negocio siempre tuvo mucho de él mismo. «No fue un proyecto. Fue como una planta, que nació de nada y fue creciendo y creciendo él solo», señala.
Actualmente, Ximo Gascón regenta un restaurante en la entrada de la playa vallera, también mítico, y hace poco ha abierto una cafetería en la zona norte del casco urbano del mismo litoral vallero. El espíritu, eso sí, es muy distinto de lo que fue aquel Padur que abrió en 1988.
