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Viaje a la arquitectura moderna

El arquitecto Alberto Peñín recopila en una guía ejemplos de esta corriente en la ciudad desde finales del siglo XIX hasta los años 90 del XX

Viaje a la arquitectura moderna x. ferri

Un viaje por la arquitectura moderna en Gandia desde principios del siglo XX hasta los años 90 del presente. Es lo que propone el arquitecto Alberto Peñín, en su último libro, editado por Tívoli. Por primera vez una publicación recopila, a modo de inventario, 43 inmuebles y espacios urbanos de Gandia que formarían parte de esta corriente, en sus diferentes fases. Además, en cada ficha el arquitecto gandiense incorpora planos, algunos inéditos, que en algunos casos ha pedido a los descendientes de los autores.

Este recorrido acaba con el Campus de Gandia de la UPV, cuyo primer aulario de construyó en 1994. Fue diseñado, precisamente, por Alberto Peñín y sus tres hijos (Pablo, Alberto y Blanca) y posteriormente recibió algunos premios de Arquitectura.

Alberto Peñín considera que la «santísima trinidad» de la modernidad en Gandia, es decir, los edificios que más han trascendido al ámbito nacional como referentes, están vinculados a la arquitectura turística. Se trata de la iglesia de Sant Nicolau en el Grau (1962, obra de Eduardo Torroja, Jaume Nadal y Gonzalo Echegaray), la Colonia Ducal (1964-66, P. Soler, J. J. Estellés y Francisco García González) y el hotel Bayren, de 1959, firmado por Luis Gay, y reformado en 2010 por la arquitecta Ainhoa Fernández.

La construcción del puerto (1892) y el ferrocarril que lo conectaba con Alcoi, fueron las grandes infraestructuras que impulsaron, según Peñín, tanto el desarrollo económico y demográfico de la ciudad como sus necesidades arquitectónicas. Aunque hay algunas obras precursoras, como el Pont de Ferro (1892), la Casa dels París (1908) o el instituto Ausiàs March (1937-50), la nueva Gandia se construye a partir de los años 60, cuando se retoma ese viaje hacia la modernidad interrumpido por la guerra y la dictadura franquista. De aquella época hay dos hitos; el bloque de la Caja de Ahorros (1959, el primer «rascacielos» del núcleo urbano) y en la playa, el citado Bayren, catalizador del turismo de masas. Ya no habrá marcha atrás.

Entre 1969 y 1974 se suprimen las vías férreas que asfixiaban el núcleo urbano y en 1976 llega el ferrocarril de vía ancha, con la estación subterránea de viajeros. De forma paralela se van construyendo viviendas en altura, impulsadas por el invento del ascensor.

En la expansión del paseo Germanies, la calle Major o la avenida República Argentina se arrasó con muchos ejemplos de buena arquitectura. Aún así, Peñín considera que Gandia «no ha perdido su centro histórico ni la trama del mismo, a diferencia de otras ciudades, si bien quedan inmuebles que deben ser protegidos».

A caballo entre los años 80 y los 90 aparece en Gandia el postmodernismo, «con una arquitectura de formas, sobre todo en las fachadas, inspiradas en estilos históricos y colocadas fuera de lugar y de escala», señala Peñín.

Tras la crisis del petróleo y la globalización económica, la modernidad será ya otra cosa. El puerto de Gandia se estanca. El comercio sucumbe a las grandes superficies. La ciudad emprende la peatonalización de plazas y calles y la construcción de aparcamientos subterráneos.

Peñín también dedica un apartado del libro a la evolución de la planificación urbanística, lo que él denomina los «tableros del juego», con cuatro momentos históricos cruciales: el proyecto de ensanche de 1880 (donde destaca el derribo de las murallas y la creación del ensanche del Prado); el elaborado por Joaquim Aracil y que rehizo Pedrós en 1929 (el primero que diferencia entre Gandia y la playa); el PGOU de 1969 (que consolida el ensanche de la estación al norte y el eje formado por el paseo Germanies y la avenida República Argentina al oeste) y el primer plan urbanístico redactado ya en democracia, el aún vigente de 1983 que, entre otros aspectos, desclasificó algunas parcelas para protegerlas, dotó de más zonas verdes, frenó la urbanización de la playa virgen de l'Auir y asentó las bases para una mayor disciplina urbanística.

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