La educación ha sido un valor fundamental en la izquierda. La formación de las nuevas generaciones en las escuelas, institutos y universidades, no solamente deben ser un instrumento para la inserción en el mundo del trabajo. El periodo de estudios tiene que servir para la formación del individuo en valores y conocimientos que le permitan interpretar la realidad en la que vive.

La eliminación de las ciencias sociales y el desconocimiento de la historia que se imparte a los estudiantes en los centros de educación de nuestro país producen ciudadanos menos formados y más manipulables por las clases dominantes.

La finalización de esta legislatura tiene ciertos paralelismos con el siglo XVII en España.

La decadencia del Estado, un valido autoritario el Conde Duque de Olivares, una España arruinada y corrupta, endeudada con los banqueros alemanes, enfrentamiento del poder central con Cataluña, unas clases populares pobres y una aristocracia corrupta y ladrona, en definitiva, una España que venía de supuestas «Glorias Imperiales».

¿Les suena esto?, la verdad es que no hemos evolucionado mucho en cuatro siglos.

Esta legislatura dio comienzo viniendo de las «Glorias» de la especulación y el ladrillo. Nuestras «Armadas Invencibles», bancarias, como el Banco de Santander asaltando la City de Londres, España como octava potencia en el escenario mundial, fantasías todas ellas que dieron lugar a las revueltas ciudadanas del 15-M y la llegada al poder de un nuevo Olivares, el Sr. Rajoy, menos culto que el del Siglo XVII que disponía de la mayor biblioteca de España, mientras el nuevo valido del siglo XXI contempla la realidad a través de las páginas del periódico deportivo Marca.

Durante este cuatrienio negro, Olivares-Rajoy se ha plegado a los dictados del Banco Central Europeo, se ha hecho garante de una constitución, la del 78, que en su día era contestada por los suyos como liberal y atea y que refleja el derecho a un trabajo digno y a una vivienda digna. Durante su mandato se ha instalado el precariado y los salarios de miseria y se han ejecutado desahucios sobre los más débiles dejándolos sin vivienda.

El valido ha tensionado las relaciones con Cataluña retroalimentando una revuelta no impulsada por els segadors del Siglo XVII, sino por una subclase política de «botiguers» comisionistas, que pretenden en la era de la globalización crear un paraíso fiscal disfrazado de patria para seguir haciendo negocios turbios.

Este es el balance de la legislatura de Olivares-Rajoy, que finaliza con más tensión entre los pueblos de España, corrupción, pobreza, paro y precariedad laboral.

Las elecciones del 20 de diciembre son decisivas para la historia de nuestro país. Los trabajadores y los sindicatos de clase no somos ajenos al resultado que emane de las urnas.

Las clases dominantes y un sector importante del empresariado español, por cierto bastante miope, no miran hacia el norte de Europa donde existen sociedades compactas, que son el resultado de burguesías fuertes pero también de clases trabajadoras con rentas dignas y con capacidad de consumo. Este empresariado y parte de los oligopolios del IBEX 35 quieren como referente algunos estados fallidos de Latinoamérica, cuyo modelo son empresas multimillonarias, desmantelamiento de las clases medias y aniquilamiento de las clases trabajadoras y sus sindicatos de clase.

El sindicalismo de clase no debe ser un observador neutral y pasivo en el día después del 20-D, debe tener un papel de relevancia en la próxima legislatura representando a los intereses de la clase a la que representa y al mismo tiempo debe combatir un «gatopardismo» que pretende dar la impresión de que todo cambia para no cambiar nada.