Como estoy seguro de que el señor Ciro Palmer, por cobardía, no llegará al final del artículo, me permito poner aquí la última línea del mismo para que se dé por enterado: No queremos políticos como usted que desprestigian la política y a su partido. Escóndase en lo más profundo de su propia dignidad y dimita ya).

Son atributos del estadista la visión de futuro y la capacidad de conducir a la sociedad hacia ese futuro que abarca, como mínimo, una generación entera. Es atributo del político parchear el día a día para llegar en la mejor posición posible a las próximas elecciones. Es propio del politicastro llevar a cabo una pésima gestión del bien común y negar todo futuro a la ciudadanía. Y el oportunismo del incompetente es propio de Ciro Palmer.

Durante estos cinco meses ha sido incapaz de crear el más mínimo clima de estabilidad y consenso para los que estaba llamado. Por el contrario, ha ejercido una labor a golpe de adulación de su insignificante ego y generado una gran inestabilidad política en lugar de generar admiración por su gestión. Todo con un único objetivo: Su pervivencia política.

Ha sido agraciado con ascensos autonómicos que dicen mucho, pero nada bueno, de su partido. Analicemos la situación local: diferencia abismal de votos entre los obtenidos en las autonómicas y las municipales (con Palmer como cabeza de lista), una agrupación hecha unos zorros y con número insignificante de afiliaciones.

La traducción en una empresa privada sería, más o menos, como sigue: crecimiento muy inferior al del resto de las delegaciones comerciales, gestión inexistente de la misma, nulo aumento de clientes y patética imagen. Añadamos que la incapacidad se ve agravada con una pereza manifiesta y la consecuencia sería un despido procedente y fulminante.

Pues bien, en Ciudadanos todo ese fracaso absoluto es motivo de ascenso. Sí señor. Exactamente como en los partidos de la «vieja política», pero si lo que proclaman es el deseo de enarbolar la bandera de la regeneración los parásitos se deben erradicar y no incubar y alimentar.

¿Analizamos la profunda labor de gestión del señor Palmer en Gandia? Entrevistas diversas y contradictorias, inestabilidad y hostilidad, un cargo intrascendente en la Junta de Hermandades, una aparición estelar en rueda de prensa con concejal del PP para vaya usted a saber qué chorrada de un campo de golf? Todo lo cual ha tenido un gran impacto en su ego pero nulo en la sociedad. Carísima insignificancia la suya, señor Palmer, pues cada euro que usted cobra es un euro per-di-do.

El señor Palmer ha dedicado muchísimo más tiempo a conspirar y medrar en secretas reuniones de bar con diversos cargos del PP que a gestionar los recursos que usted, querido lector, y yo pagamos con nuestros impuestos.

Si tuviera dignidad, pues el honor ya se encarga usted de proclamarlo a los cuatro vientos para desmentirlo poco después con sus acciones, dimitiría por el bien de su partido. Es a Ciudadanos a quien debería importarle tanta inutilidad y deslealtad, pero sobre todo dimita por el bien de la ciudad que es la que le alimenta.