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Un 55 % de los usuarios del comedor social de Gandia son de nacionalidad española

El año pasado, el centro que gestiona Buñuelos sin Fronteras repartió casi 100.000 platos de comida El número de usuarios se ha reducido

Un 55 % de los usuarios del comedor social de Gandia son de nacionalidad española

Todos los estudios coinciden. Si hace unos años las personas que mayoritariamente eran atendidas por entidades humanitarias en la comarca de la Safor eran extranjeras, la crisis económica que ha azotado al país en la última década ha hecho que esa tendencia se modificara radicalmente. Una muestra de ello son los números que registró el año pasado el comedor social de Gandia. El centro ubicado en la calle Algepseria y gestionado por la asociación Buñuelos sin Fronteras, repartió alimentos diariamente a un total de 467 personas. De estas, 257, un 55%, eran de nacionalidad española y muchos de ellos vecinos de toda la vida de Gandia.

Es, de lejos, el colectivo que más está requiriendo la ayuda del comedor social. Desde la entidad apuntan que este cambio se debe, en gran medida, a la importante marcha de inmigrantes que se ha producido en los últimos años. Y es que, la falta de oportunidades aquí ha hecho que muchos hayan decidido regresar a su país.

Así, después de los españoles, el grupo más numeroso es el de marroquíes, de cuya nacionalidad se atendieron a 90 personas diariamente, muchas de ellas mujeres con niños. Tres estos se encuentran ecuatorianos (15), rumanos (11), búlgaros, (10), colombianos (10), uruguayos (10), peruanos (8), argentinos (8) armenios (6), húngaros (5), argelinos (5), bolivianos (3), polacos (3), rusos (3), cubanos (2), estonios (2), ucranianos (2) y dominicanos (1).

El comedor social reparte cada día alimentos cocinados como lentejas, fideuà, paella o macarrones, y también se les entrega pan, bollería, fruta, verduras, zumos, galletas y leche para niños. Durante todo el año alcanzó la cifra de 96.176 comidas.

Según explicó ayer a este periódico José Puig, jesuíta que preside el comedor social, durante 2015 «se ha notado un descenso de las personas que acuden a este centro», el motivo, insiste, es que muchos inmigrantes han decidido regresar a sus países. «Ha habido años que hemos superado las 500 personas», aseguraba.

Además de comida, la pasada Navidad se entregaron también juguetes a unos 60 niños que pertenecen a las familias que habitualmente acuden al centro.

El comedor social abre sus puertas cada día a las 11.45 y reparte los alimentos hasta las 13 horas. Una persona no puede acudir sin más. Los usuarios disponen de su tarjeta porque antes han sido evaluados por una trabajadora social, que comprueba la situación de cada caso.

El centro se abastece, sobre todo, del banco europeo de alimentos, pero también de aportaciones solidarias que recibe de particulares, empresas y entidades que organizan actividades durante todo el año. El Ayuntamiento paga el alquiler del local y el sueldo de la cocinera. El resto del trabajo se lleva a cabo por parte de voluntarios.

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