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Un acto cargado de simbolismo cierra la herida de 50 años entre Gandia y Beniopa

La Corporación gandiense sale del consistorio por primera vez en su historia en un gesto de disculpa «Poner fin a un pueblo milenario fue una barbaridad», dice Garcia-Oliver, hijo del último alcalde

Un acto cargado de simbolismo cierra la herida de 50 años entre Gandia y Beniopa

Si se exceptúa el año en que se remodeló el edificio consistorial de la plaza Major, el Ayuntamiento de Gandia nunca había celebrado un pleno fuera de ese lugar. Esa norma se rompió ayer, por primera vez en la historia, en un acto cargado de simbolismo, porque el lugar no fue otro que el antiguo salón de plenos del Ayuntamiento de Beniopa, un municipio que Gandia absorbió hace 50 años gracias a la administración de la dictadura franquista y en contra de la voluntad de los vecinos de Beniopa y del entonces alcalde, Casimiro García.

El de ayer fue un gesto de reparación que algunos, como el concejal Toni Abad, elevaron a disculpa pública por haber anulado la primera institución de una localidad que, hace medio siglo, tenía más de tres mil habitantes y era la cuarta en población de la Safor.

El insólito pleno fue una propuesta de la comisión de benioperos que durante cerca de un año ha conmemorado, sin celebrarlo, aquella anexión que calificaron de «ignominiosa». Y simbólico fue también que ayer, en nombre de esa comisión, tomara la palabra el historiador Ferran Garcia-Oliver, hijo, precisamente, del último alcalde que tuvo Beniopa, el que se tuvo que plegar, por imperativo de la dictadura, a ver cómo las instituciones de su pueblo desaparecían absorbidas por Gandia.

«Beniopa existía antes de la fundación de Gandia y poner fin a un pueblo milenario fue una barbaridad», dijo Garcia-Oliver, quien recordó algunas de las humillaciones que la poderosa Gandia infringió al municipio «rebelde», entre ellas la clausura y traslado del cementerio en el que descansaban los difuntos de la localidad. Todo ello, añadió el historiador, sin la más mínima posibilidad de protesta pública por el hecho de vivir en medio de una dictadura.

Señaladas las afrentas y denunciada la «arbitrariedad» del decreto de anexión de Beniopa a Gandia, Garcia-Oliver, que concluyó sus palabras con un «¡larga vida a Beniopa!», pidió a la alcaldesa de la ciudad y a los otros 24 concejales el establecimiento «de una relación fecunda» que supere aquel episodio de la historia.

En la misma línea, pero con diferentes matices, se pronunciaron los portavoces de todos los partidos, Ciro Palmer de Ciudadanos, Laura Morant de Més Gandia, Àngels Pérez del PSPV-PSOE y Toni Abad del PP. Especialmente reivindicativos fueron Abad y Morant. Ambos, que han sido «alcaldes» de Beniopa, exigieron que el Ayuntamiento de Gandia invierta más en infraestructuras y que salde esa deuda pendiente. Para los dos, Beniopa salió perdiendo con la anexión ante una Gandia que se aprovechó de su término para ensanchar su trama urbana en el camino hacia la gran ciudad que es hoy.

La sesión extraordinaria, que incluyó la presencia de los «maceros» y la preceptiva colocación de las banderas oficiales y la imagen del rey de España, concluyó con un mensaje de la alcaldesa, Diana Morant, en el que reconoció la peculiaridad de Beniopa como antiguo municipio y como actual «poble», pero, uniéndose al resto de intervinientes, miró hacia adelante. «Nuestro objetivo común es el bienestar de nuestra gente», dijo, y pidió «trabajar unidos para mejorar aún más nuestras relaciones».

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