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los trabajadores y las cortes

En democracia, el Parlamento es la mayor expresión de la voluntad popular. Es el órgano institucional que tiene la responsabilidad de legislar en beneficio del conjunto de la nación y de sus ciudadanos.

Durante los últimos cuatro años, aprovechando una coyuntura de crisis económica, el Gobierno de Rajoy aplicó el rodillo de la mayoría absoluta de los populares, silenciando el debate en el hemiciclo y promulgando leyes antipopulares y antiobreras que han hecho retroceder a la clase trabajadora a situaciones que ya creíamos superadas.

La aplicación de la Reforma Laboral, el abaratamiento del despido, la desregularización de la negociación colectiva, el aumento de la exclusión social, los desahucios indiscriminados, y la financiación y el apoyo incondicional a la gran Banca de nuestro país, ha sido el legado de Rajoy y sus huestes.

El pasado 20 de diciembre los ciudadanos y los trabajadores acudieron a las urnas cuyo resultado deparó la elección de un Parlamento más plural. A través de su voto, resulta incuestionable que la voluntad expresada por los ciudadanos y los trabajadores es la de que se produzca un importante cambio en la manera de gobernar.

Sin embargo, el comienzo de la legislatura no ha podido ser más decepcionante. La división interna en el mayor partido de la izquierda y la entrada de la farándula y el espectáculo de mano de los post-modernos de la política que cada día nos ofrecen una función nueva, pero como se dice en nuestra tierra «de forment ni un gra», no puede ser más desalentador para el conjunto de la clase trabajadora.

No obstante, nuestro país, tan cainita a lo largo de su historia como autodestructivo, también nos ha dado «gigantes», tribunos del pueblo que supeditaban su ego personal al interés de los trabajadores y de las clases populares: un Pablo Iglesias -fundador de la UGT-, un Largo Caballero, un Indalecio Prieto, un Ángel Pestaña, todos ellos parlamentarios, obreros y españoles, servidores de su clase y de su pueblo.

La crisis no ha terminado. En nuestra comarca, el paro aumenta cuando finalizan los periodos estacionales de producción. No se ha producido un cambio en el modelo productivo, un «mantra» que se repite una y otra vez pero que nadie aborda con determinación. La leve recuperación económica no se refleja en los salarios de los trabajadores y sigue existiendo un elevado índice de paro y una gran exclusión social.

Desde la UGT comarcal esperamos que, tanto en el presente como en el futuro, los trabajadores y las nuevas generaciones, nuestras hijas e hijos podamos contar con personas que, sin necesidad de ser «gigantes», tengan un manifiesto sentido de clase y una receptividad hacia los más débiles. Y no estemos por el contrario, representados por «enanos políticos», más pendientes de sus mezquinos intereses personales que del interés general de la población.

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