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Hospitalizan al indigente que vive en la rotonda Joaquim Ballester de Gandia

Juan José Belmonte ha mostrado su intención de no regresar a la calle y se le busca un refugio

Hace ya varios días que no se ve a Juan José Belmonte en la rotonda de Joaquim Ballester, a la entrada norte de Gandia. El motivo, según ha podido saber este periódico, es que se encuentra ingresado en el hospital Francesc de Borja aquejado de un grave problema de salud.

En estos días, Belmonte ha recibido la visita constante de voluntarios de Cáritas, del director, Eduardo Mahiques, de representantes del Ayuntamiento y también miembros de la orden de los franciscanos que gestionan el Centre d'Acollida Sant Francesc d'Assís de Palma de Gandia.

Según explicó a Levante-EMV Nahuel González, concejal de Políticas con la Ciudadanía, entre todas estas entidades están «intentando que Belmonte no vuelve a la calle», con la colaboración también la Policía Local de la ciudad.

Al parecer, el propio indigente ha mostrado su predisposición a no regresar a la rotonda e iniciar el camino para su integración en la sociedad. Incluso, tiene intención de regresar a Barcelona, donde dice que tiene familiares. Otra de las opciones que se barajan es que ingrese en el centro de los franciscanos de Palma.

En todo caso, decida lo que decida finalmente (es el propio Belmonte el que debe elegir qué quiere hacer) González remarca que entre todos los agentes sociales van a llevar a cabo un seguimiento para tratar de que, realmente, el indigente no esté solo en su intento de dejar la calle. Por ello, si el camino es el de regresar a Barcelona, los servicios sociales de Gandia contactarán con alguna entidad de la ciudad condal para que se hagan cargo de él y le den un techo en una vivienda tutelada o similares, iniciando así su programa de reinserción en la sociedad.

Cabe recordar que Juan José Belmonte, que tiene unos 55 años, ya estuvo un tiempo en el Centre d'Atenció Integral (CAI) Sant Francesc de Borja, gestionado por Cáritas, donde inició un programa para reinserción. Pasados unos pocos meses decidió regresar a la rotonda de Joaquim Ballester en la que ha vivido los últimos años, aunque acudía a asearse.

Había vecinos que trataban con él habitualmente, lo mismo que voluntarios de entidades sociales de la ciudad, que se preocupaban por su bienestar. Gracias a esto se había detectado en las últimas semanas un deterioro físico y una desorientación importante, lo que llevó a alertar a los servicios sanitarios. Tras una primera evaluación por parte de los facultativos se decidió ingresarlo hasta su recuperación. Una vez dado de alta decidirá dónde quiere ir.

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