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Una cooperativa reivindica el uso de la caña de río en la «arquitectura orgánica»

Tres arquitectos técnicos de la Safor levantan estructuras con esta planta que a menudo invade por completo cauces fluviales valencianos

Marc Fuster y Josu Millet, de la Font d'en Carròs, junto a Lluís Contreras, de Bétera, dirigen una cooperativa valenciana, denominada «Econstrucció, arquitectura orgànica i vernacla», con la que están dispuestos a demostrar que el uso de la caña, que desapareció del mundo de construcción hace años, puede tener futuro.

Los tres son arquitectos técnicos y ya han llevado a cabo importantes proyectos que están a la vista en distintas localidades valencianas en los que se aprecia que la caña común, especie invasora que a menudo llena cauces fluviales y causa muchos problemas cuando llueve de forma torrencial, puede ser un recurso con el que se pueden levantar algunas construcciones.

Josu Millet explicó ayer en Gandia que este proyecto cooperativo pretende impulsar la llamada «bioconstrucción», un concepto que apenas tiene veinte años, y convertir la molesta caña común en un recurso. De salir adelante esta iniciativa, el uso de la caña contribuiría a reducir la masiva presencia de este vegetal que hoy prácticamente no se aprovecha.

Fruto de esta cooperativa, en Ontinyent se encuentra el primer elemento visado por el Colegio de Arquitectos construido casi exclusivamente con cañas. Se trata de una pérgola que proyecta una sombra de unos cincuenta metros cuadrados situada en un polígono industrial de la capital de la Vall d'Albaida. La estructura está compuesta de tres módulos cubiertos de cañizo, y puede usarse para instalaciones temporales o complementarias, especialmente en parques públicos.

Josu Millet señala que, debidamente tratada y preservada de la humedad, la caña común de río dura muchos años, de ahí que él y sus dos socios cooperativos se hayan lanzado en esta aventura de «bioconstrucción cañera».

Permisos para cortar cañas

Paterna, Benidoleig y Dénia son localidades en las que ya pueden verse sus trabajos, pero aún no existen en la Safor, debido, en parte, a que se trata de una novedad en la arquitectura que es poco conocida y aún menos divulgada.

Según señalaba ayer Millet, incluso para la cooperativa Econstrucció existen limitaciones para la obtención de la caña. Casi siempre tienen que recurrir a los ayuntamientos de los municipios en los que van a construir sus proyectos para que les faciliten los permisos para cortar la caña. Generalmente esa autorización debe aprobarla la Confederación Hidrográfica del Júcar, dado que esta especie puebla cientos de kilómetros de cauces fluviales valencianos.

Todavía hoy causa asombro entre los agricultores y los alcaldes que existan tantas limitaciones a obtener caña de río cuando se trata de una planta que molesta, que oculta paisajes de gran belleza, que se reproduce con gran rapidez en el clima mediterráneo y a la que se atribuye un agravamiento de los daños en infraestructuras cuando se producen riadas y desbordamientos.

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