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El viento derriba una quinta parte de las naranjas en fase de recolección

Las variedades de ortanique y lane-late han sido las más afectadas por una semana entera de vendaval La fruta caída pierde la mitad de su valor pero se vende masivamente en las peladoras

El viento derriba una quinta parte de las naranjas en fase de recolección

Era algo que se temía y que finalmente se ha producido. El fuerte viento que durante toda la semana ha azotado la comarca de la Safor ha terminado causando daños considerables en el sector de la citricultura al derribar una parte importante de las naranjas que se encuentran en fase de recolección o que están a punto de alcanzar el grado óptimo de maduración. Las variedades más afectadas han sido la ortanique y la nável lane-late.

Según señalaban ayer a ese periódico agricultores con campos situados en distintos términos municipales, a simple vista se aprecia el elevado número de naranja que se ha desprendido del árbol. Alberto Roig, de la Unió de Llauradors i Ramaders, señalaba que en algunas amplias zonas citrícolas el cómputo estará en alrededor del 20 % de la naranja, si bien hay áreas más expuestas al viento de poniente en las que la pérdida de fruta será aún mayor.

Es evidente que los bancales más afectados son aquellos en los que los propietarios no han aplicado el tratamiento para fortalecer el pezón que sujeta la naranja a la rama, algo fundamental para que gran parte de la cosecha no se pierda en episodios meteorológicos como el ocurrido esta semana, cuando se han alcanzado rachas de vientos cercanas a los 80 kilómetros por hora durante muchos días seguidos.

Para los propietarios, las consecuencias económicas son muy importantes. El fruto que cae al suelo pierde aproximadamente la mitad de su valor en ese mismo instante, de manera que se suma a las dificultades para que la cosecha acabe dando beneficios.

Aun así la naranja del suelo es aprovechable si se recoge inmediatamente, y más ahora que las «peladoras» funcionan a pleno rendimiento para destinar esa fruta a un mercado de menor calidad, al zumo o a otros usos industriales.

Entre 3 y 3,50 euros el cajón

Durante toda la semana, y especialmente ayer, sábado, se podía ver a muchos agricultores recogiendo naranjas para venderlas a las «peladoras» y sacar algo de provecha al fruto caído. Un cajón lleno de naranjas, que viene a suponer unos 20 kilos, se paga a entre 3 y 3,50 euros. La mandarina, con mucho menos aguante, se cotiza a menor precio y difícilmente se pagan 2 euros por cajón.

En ese negocio, los propietarios de las «peladoras» están advertidos por las autoridades para que lleven a cabo un exhaustivo control de las naranjas que les llegan y no contribuyan a los robos agrícolas. Para ello deben registrar, entre otros datos, la documentación de los vendedores y el lugar de origen del fruto.

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