El comedor Buñuelos sin Fronteras» de Gandía, puesto en marcha en 2009 por el jesuita José Puig, que acaba de cumplir 93 años, y una vecina de la ciudad, Remedios Lloret de 85 años, da de comer cada día en la actualidad a entre 350 y 400 personas y el año pasado repartió más de 96.000 raciones», según ha indicado el Arzobispado de Valencia.
La idea surgió hace siete años cuando Lloret se propuso ayudar a familias sin recursos dándoles alimentos y para este fin consiguió el apoyo del jesuita y de ocho mujeres que recaudaban dinero para esta causa cocinando buñuelos, «de ahí el nombre de 'Buñuelos sin Fronteras'», explica la mujer.
Cada día se reparten en el comedor 350 números con los que los usuarios acceden después, tras firmar el libro de registro, y entregan sus fiambreras, que se llenan con las raciones asignadas según el número de miembros en la familia», explica el jesuita José Puig, jubilado desde hace años que ha dedicado gran parte de su vida a la docencia en colegios de la Compañía de Jesús en Valencia, Alicante y Mallorca.
Asimismo, en el comedor colaboran más de 20 voluntarios, mujeres la mayoría, en grupos diarios de 5 personas que, además de comida caliente «entregan fruta, verdura, pan, zumos o comida para bebés«, según Puig, que también preside la ONG «Buñuelos sin Frontera», creada para gestionar el comedor, cuya vicepresidencia ocupa Lloret.
El comedor ha atendido a 1.500 personas desde su inicio hace siete años. y repartió el año pasado un total de 96.176 comidas. Cada día cuenta con la supervisión del jesuita y de Remedios Lloret y un equipo de voluntarias que se ocupan de la asistencia, raciones, fechas de caducidad, control de productos, cocina y preparación de alimentos.
Además, con el comedor colaboran empresas como Dulcesol, Mercadona, MercatGandia, Carrefour, Carns Fuster y Cárnicas Oliva, junto con ocho panaderías de Gandia y la Lonja de Pescadores del Grau, que dona pescado fresco. También es importante la ayuda del Banco Europeo de Alimentos, que da, dos veces al año, entre 5.000 y 7.000 kilos de productos, y el Banco Valenciano de Alimentos, con aportaciones mensuales.
Sus responsables señalan que en la actualidad no necesitan más alimentos «pero sí más socios, ya que los 200 actuales y los donativos no son suficientes para cubrir todos los gastos». El Ayuntamiento de Gandia paga el alquiler del local y el sueldo de la cocinera, y el jesuita bromea destacando que le llaman «el 'padre esponja' porque consigo muchas donaciones, hasta 10.000 euros al año, para el comedor social».
Entidades colaboradoras
La impulsora de esta iniciativa fue Remedios Lloret, una vecina muy conocida en Gandia por su labor solidaria, dado que repartía comida que le donaba un salón de bodas a familias necesitadas.
Con el tiempo fue buscando más apoyos para atender a más personas y consiguió la ayuda del padre Puig, también muy conocido, así como de ocho mujeres que ahora son conocidas como «las buñoleras» por seguir dedicándose a esta labor solidaria de vender buñuelos los sábados. Así consiguen alrededor de 12.000 euros al año.
Además del apoyo del jesuita, que ha recibido el Escudo de Oro de la Ciudad de Gandia por su labor social y en 2015 el ayuntamiento lo nombró Hijo Predilecto de Gandia, la ONG y su comedor han recibido desde sus comienzos la ayuda de los Scouts, de una comisio?n fallera y una asociación de viudas, además de la de ayuntamiento.
Desde hace cinco años, el comedor se encuentra instalado en un local nuevo, que fue totalmente reformado por el Ayuntamiento, ubicado en la calle de l'Algepseria, 75, en el distrito del Raval, que cuenta con cocina, cámaras y congeladores, además de almace?n y despachos.
Desde allí se dirige toda una organización que surgió de vender buñuelos y que acabó siendo una entidad de primer nivel en el ámbito de la solidaridad.
