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Los años más duros de la policía de Gandia

La condecoración a siete agentes locales por 35 años de servicio revive la «Brigada 26», que se organizó para actuar en un momento de mucha inseguridad La droga estaba en el origen de cientos de delitos, cometidos casi siempre por jóvenes

Los años más duros de la policía de Gandia archivo miguel pérez

En los años inmediatamente posteriores a la muerte de Franco, cuando la democracia se abría paso hacia el nuevo régimen, se generó un ambiente de inseguridad que distorsionó en gran medida la convivencia, especialmente en las ciudades grandes y medianas. En paralelo a la libertad que los ciudadanos recobraban tras la dictadura, se extendía la plaga de las drogas que arruinó la vida de muchos jóvenes que, para mantener aquel ritmo de consumo, caían en el mundo de la delincuencia.

Gandia no estuvo al margen de ese fenómeno. Aunque el problema se extendió por toda la ciudad, un barrio, entonces llamado Nazaret y del que hoy ya han desaparecido la mayoría de las infraviviendas que lo formaban, se hizo famoso por las fechorías de algunos de sus habitantes. Es allí, justamente, donde a partir de esa época funcionaba uno de los mayores mercados de la droga de la comarca, incluida la destructiva heroína que se llevó por delante la vida de muchos jóvenes.

Ante el aumento de actos delictivos, que incluían atracos a mano armada y robos con mucha violencia, la Policía Nacional, que ya entonces tenía las competencias de seguridad en Gandia, se vio superada para dar respuesta al incremento de la inseguridad.

Es ahí donde se sitúa el origen de la llamada «Brigada Especial» de la Policía Municipal de Gandia, que al poco de nacer fue más conocida como la «Brigada 26», porque así se llamaba un grupo de agentes que también operaba en la ciudad de Valencia.

En 1979, cuando los muchos delitos que se cometían en Gandia empezaron a superar a la policía, hacía poco que se habían celebrado las primeras elecciones en las que fue elegido alcalde Juan Román Català, cabeza de lista de la UCD. Por necesidad, aquel primer gobierno democrático de Gandia tras 40 años de dictadura fue pactista, y al frente del departamento de Seguridad Román puso al líder del PSOE, Salvador Moragues, quien justamente en 1983 le sustituyó en la alcaldía.

A finales de 1979 ambos se conjuraron para no quedarse de brazos cruzados ante ese incremento de la delincuencia y decidieron crear el grupo de la «Brigada Especial». El 5 de enero de 1980 empezó a actuar y, para hacerse cuenta de su labor, los agentes únicamente trabajaban por la noche, con uniforme negro. Algunos les llamaron los «chaquetas negras». Famosos fueron los «modernos» coches que se pusieron a su disposición, los Seat 131 Supermirafiori.

Según narran algunos de los que estuvieron en aquella brigada, en poco tiempo conocieron por su nombre y apellidos a decenas de jóvenes de la ciudad sumidos en el mundo de la droga a los que tenían la obligación de «controlar» porque casi todas las noches salían en busca del «golpe» que les proporcionara dinero fácil.

No solo tuvieron que lidiar con situaciones de mucha violencia, sino también protegerse porque algunas de las personas a las que detuvieron ya habían tenido acceso a armas de fuego, lo que convertía su labor en extremadamente peligrosa.

Casi no había noche que no se saldara con persecuciones por las calles de la ciudad y largas esperas mientras se tramitaban las diligencias, que tenía que realizar la Policía Nacional en aquella pequeña comisaría situada en la plaza del Beato, justo al lado de los juzgados, a los que se entraba por la plaza del Rei Jaume I, y de los calabozos, a los que iban a parar los detenidos de aquella época.

Durante más de una década «la 26 de Gandia» fue la gran enemiga de la delincuencia nocturna, conocida también por el empleo de métodos expeditivos para responder a la actitud de quienes trataban de aprovecharse de la noche para cometer delitos.

Esta brigada policial estuvo activa durante el mandato del alcalde Juan Román y durante las dos legislaturas posteriores de Salvador Moragues. En 1991 las elecciones situaron como primera autoridad local a Pepa Frau, candidata socialista, quien, al año siguiente consideró que debía desmantelar esa unidad al entender que estaba realizando una labor que, por ley, le correspondía a la Policía Nacional. En 1992, a mismo tiempo que Frau decretaba el fin de la «Brigada Especial», reclamaba al Ministerio del Interior que dotara a la comisaría de Gandia del material y el personal necesario para garantizar la seguridad en la ciudad. Unos años después, la misma alcaldesa presentaría un plan especial para el distrito de Nazaret, ya entonces llamado de Santa Anna, que, además de perseguir el tráfico de drogas e intentar integrar a quienes estaban en ese mundo, preveía derribar decenas de viviendas sin infraestructuras básicas.

La historia de «la 26» fue recordada en el último pleno por la concejala de Seguridad, Àngels Pérez, a raíz de la condecoración a siete agentes que han cumplido 35 años de servicio y que formaron parte de aquella unidad. Esas personas son el hoy inspector Joaquín Soler Peiró, el oficial Francisco Ramón Yeste Martínez y los agentes Secundino Galera Martínez, Jorge Sansalvador Silvestre, José Martínez Morant, Juan Ramón Fernández Patón y Juan Martín Rodríguez Vivas.

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