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Gandia despide al alcalde que pactó la transición

Diana Morant, Arturo Torró, José Manuel Orengo y Pepa Frau acuden al funeral, en el que se rindieron honores al finado

Gandia despide al alcalde que pactó la transición

La UCD acertó en Gandia cuando, en las primeras elecciones municipales de la democracia, las del año 1979, puso al frente de la lista a Juan Román Català, que acabaría siendo alcalde hasta 1983. Román, que falleció el viernes por la noche a los 84 años y cuyo funeral tuvo lugar ayer, se caracterizó por su talante educado y siempre dispuesto a hablar y a negociar para que, al final, quien ganara fuera la ciudad a la que dedicó parte de su vida.

Como ayer recordaba Cebrià Molinero, que fue concejal de Esquerra Unida de Gandia en aquella primera legislatura de la democracia, a Juan Román se le recordará por ser, antes que nada, un hombre de consenso. «No quería peleas», indica Molinero, quien destaca que Román, procedente de una familia conservadora de la ciudad, no se había señalado ni por respaldar al régimen que estaba feneciendo ni por pertenecer a grupos que buscaban el fin del franquismo y la instauración de un sistema democrático.

Eso sí, cuando se celebraron las primeras elecciones libres y vio que en el Ayuntamiento de Gandia entraban siete grupos políticos, supo aunar, desde el talante conciliador y el ánimo de pacto, un mandato en el que casi todos estuvieron cómodos y que después consideraron muy positivo.

En aquellos años difíciles, al alcalde Román le tocó acometer la modernización de la Administración local que, heredada del franquismo, tenía que reinventarse, ser ágil y útil a los ciudadanos.

Precisamente bajo su mandato se ejecutaron las obras del nuevo Ayuntamiento de Gandia y por eso el consistorio se tuvo que ubicar durante muchos meses en un edificio de la calle Vallier, al lado del entonces Banco de Valencia.

Posiblemente su reto más importante fue dirigir aquel cúmulo de partidos políticos, desde Alianza Popular al Partido Comunista, y poner las bases de la ordenación urbana. Román puso a Francesc Candela en Urbanismo y en esos cuatro años se redactó el Plan General de Ordenación Urbana, un documento que llevó largas discusiones y que diseñó Gandia a partir del año 1983.

También fue en esa época cuando, a diferencia de los enfrentamientos que se generaron en muchos municipios, Gandia pactó la «limpieza» del régimen franquista en el nomenclátor de sus calles. En una comisión coordinada por Joan Climent, activista cultural, poeta y funcionario del ayuntamiento, se decidió cambiar aquellas vías urbanas, plagadas de nombres alegóricos al bando ganador de la guerra civil, por otros populares y de uso común. A modo de ejemplo, la plaza de José Antonio recobró el nombre de plaza del Prado, por la que era conocida no solo en la ciudad, sino en toda la comarca.

Entre las muchas anécdotas de aquella primera legislatura, Cebrià Molinero cuenta que hallaron, escondidas en algunos armarios, fichas con informes municipales sobre la conducta de republicanos y opositores al franquismo que, en su tiempo, eran remitidas al Gobierno Civil y a otros organismos de la dictadura. Molinero y otros concejales pidieron que esos documentos fueran archivados, pero Juan Román, seguramente pensando en la concordia que quería para aquella transición, se negó y optó por destruir aquellos papeles.

Ese espíritu de concordia que siempre irradió el primer alcalde democrático del posfranquismo se escenificó ayer en su funeral. Acudieron todos los alcaldes democráticos de Gandia, excepto el fallecido Salvador Moragues. Diana Morant, Arturo Torró, José Manuel Orengo y Pepa Frau se sentaron, juntos, en la primera bancada de la iglesia y transmitieron sus condolencias a la familia. Estaban, también, concejales y exconcejales de casi todos los partidos, empresarios, abogados y muchos amigos de la familia.

El ayuntamiento trató al difunto con el rango de primera autoridad local, y lo hizo colocando las banderas de la casa consistorial a media asta y con varios agentes de la Policía Local que le rindieron honores en el interior de la iglesia de Sant Josep.

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