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La iglesia del prior de Poblet

Rafael Barrué, que dirige el monasterio donde descansan los restos de Jaume I, recibe otro encargo para pintar en la parroquia de Palmera A lo largo del año 2012 realizó el mural del altar mayor del templo a petición del sacerdote

La iglesia del prior de Poblet

Hay iglesias famosas por sus dimensiones o por su arquitectura. Otras por la antigüedad del edificio o de las obras de arte que alberga, pero a la de la pequeña localidad de Palmera se la conocerá seguramente por ser la que decoró, con sus pinturas, el prior de Santa María de Poblet, uno de los monasterios más significativos para la Comunitat Valenciana. Entre otros muchos aspectos, allí reposan los restos de algunos de los reyes de Valencia, incluido el conqueridor Jaume I.

El sacerdote Tiburci Peiró, que en el año 1988 fue destinado a la parroquia de Palmera, dedicada a la Purísima Concepción, cuenta que, cuando llegó, se encontró con un templo «que parecía una barraca valenciana», y añade que allí había «una bombilla de sesenta vatios para toda la iglesia». A partir de ese momento se marcó como reto «dignificar» ese lugar, pero difícilmente podía imaginar que, en esa labor, acabaría dando un carácter especial al pequeño templo.

El motivo no es es otro que el autor de algunas de las pinturas que hay y que habrá, realizadas por Rafael Barrué Broch, natural de Vila-real, que estudió Bellas Artes en Valencia y al que el sacerdote Peiró conoce, por motivos familiares, desde hace muchos años. Por su encargo, Barrué pintó el gran retablo del altar mayor de Palmera en 2012, siendo entonces «monje raso» de Poblet.

Con aquella actuación el trabajo de Barrué no se dio por acabada. El retablo mayor, cuyo motivo principal constituye una alegoría a las tres personas de la Trinidad, fue inaugurado en 2013 por el entonces arzobispo de Valencia, Carlos Osoro, pero Tiburci Peiró ya tenía en mente no dejar tranquilo a su amigo de Poblet.

Visita el pasado 1 de abril

«Cuando hicimos el mural, ya le dije a Rafael que aquello quedaba cojo y que tenía que pintar también el ábside de la capilla de la comunión», señala a Levante-EMV el sacerdote, quien añade que para ese lugar se ha optado por unas pinturas que tengan motivos eucarísticos.

El pasado 1 de abril, ya nombrado prior del monasterio tarraconense, Barrué volvió a la iglesia de Palmera para hacerse una idea de lo que el sacerdote quería y tomar medidas de su nueva labor con los pinceles. Será un retablo de unos 7 metros de ancho por 3 o 4 de alto en el que recreará, en el estilo moderno que caracteriza a Barrué, dos escenas. La primera de Jesucristo después de la resurrección, con San Juan y San Pedro en el lago de Tiberíades. La otra en la que Cristo, en un gesto de humildad, le limpia los pies a Pedro.

«Cuando me planteé la mejora de la iglesia de Palmera no pretendía que fuera singular por sus dimensiones o por la cantidad de arte que acogiera, sino que, dentro de las posibilidades de una parroquia pequeña, lo que tenga dentro esté impregnado de dignidad», indica Tiburci Peiró, quien no ha dado prisas al prior-pintor pero que espera poder disponer de la decoración el próximo otoño.

Las pinturas que Peiró dejará en la iglesia de Palmera se suman a la gran labor realizada en la mejora en ese templo en sus ya largos 28 años al frente de la parroquia. Apenas llegado a su destino comprobó que las imágenes religiosas eran de escayola, las más baratas, de manera que se dirigió al gandiense Ricardo Rico, un experto en imaginería, y le encargó varias esculturas de madera para que, como él quiere, los feligreses de Palmera dispongan de una parroquia «digna».

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