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"Es mejor tener un hijo contento, que se siente como es, que una hija que esté amargada y triste"

Una familia de Piles narra a Levante-EMV cómo viven el cambio de sexo de Dylan, de 16 años, y que a los 12 descubrió que quería ser un chico Los padres apuntan que el apoyo está siendo esencial para vivir el proceso con total naturalidad

"Es mejor tener un hijo contento, que se siente como es, que una hija que esté amargada y triste"

Hasta hace seis meses, Dylan era Andrea Galera. El pasado 1 de diciembre de 2015 este adolescente de 16 años de Piles confesó a sus padres, Ximo Pérez y Noelia Úbeda, que durante toda su vida se había sentido un chico. Hoy vive su proceso de cambio de sexo con toda naturalidad y está tranquilo, liberado y feliz. Y lo está, sobre todo, porque, lejos de rechazarlo, intentar que cambiara de idea o pensar que simplemente eran «cosas de la edad», encontró en su familia un apoyo sin fisuras.

La madre reconoce que cuando se enteró «me asusté», porque «una cosa es que a tu hija le gusten las chicas y otra muy diferente es que tengas una hija, diferente pero una hija, y que, de repente, te diga que no es una chica, que es un chico», explicaba.

Dylan no encontraba nunca el momento para contárselo sus padres pero llegó un punto en el que no pudo más. Fue así como finalmente Noelia y Ximo se enteraron.

Ese día estaba en el hospital de Gandia, en la sala de espera y, sin motivo, empezó a llorar y a ponerse nervioso. «Salió una enfermera y habló con él pero a mí no me dijeron nada», explica Noelia. De ahí se fueron al médico de cabecera y le contó lo que había ocurrido. «El facultativo se puso a leer en el ordenador la historia médica de Dylan en voz alta hasta que llegó un punto en el que decía: 'problema de identidad sexual, los padres no lo saben'». El doctor reaccionó: «¡uy!, ahora sí», dijo. Fue así como Noelia se enteró de que Andrea quería ser Dylan.

La madre no lo entendió en principio y allí mismo, en la consulta, «le pregunté que si lo que ocurría era que le gustaban las chicas por qué no me lo había dicho antes, que no pasaba nada». El joven le respondió: «No es eso, tú no lo entiendes». Fue el médico quien, al ver a Noelia algo desorientada le preguntó a Dylan: «¿Tú eres un chico o una chica?», a lo que este respondió claramente que se sentía chico.

Varios días en «shock»

A partir de ese momento cambió la vida de toda la familia. Ximo reconoce que durante unos días «estuvimos en 'shock'». Más que la situación era el desconocimiento lo que les angustiaba.

Buscando por internet y a través de unos vídeos de jóvenes que estaban en la misma situación que su hijo, que él mismo les había enseñado, conocieron la Fundación Daniela, una entidad nacional que trata a niños y adolescentes transexuales y transgénero y que defiende su derecho a acceder a un seguimiento y apoyo por parte de profesionales especializados en estas cuestiones. «Son nuestros ángeles de la guarda. Han mostrado un gran interés por Dylan y no podemos estar más agradecidos porque sin ellos estaríamos perdidos».

A través de skype, el adolescente ha llevado a cabo varias sesiones con un psicólogo de la fundación que le están sirviendo de mucha ayuda. Cada mes, acude, además, a una reunión con jóvenes como él. «El hecho de relacionarse con personas que están igual que él hace que quiera visualizarse más rápido», explica Noelia Úbeda.

Llegaba el momento de contarlo a la familia. La mejor oportunidad era la comida de Navidad. «Todos reaccionaron de una forma magnífica, sin problema. Es más, aún decían: 'pobre, lo que habrá tenido que sufrir hasta decirlo», apuntaba Ximo.

Otro escollo que resultó más fácil de salvar de lo que pensaban fue el de contárselo a los pequeños de la casa, los dos hermanos de Dylan. «Les sentamos en la mesa y les leímos un cuento que nos mandó Daniela, que está hecho a propósito para explicarlo a los pequeños. Cuando acabamos nos dijeron: 'vale, ¿nos podemos ir a jugar ya?». A la media hora, seguía explicando la madre, «uno de ellos bajó y preguntó '¿dónde está el tete?».

También en el instituto donde estudia Dylan, el de Bellreguard, han encontrado el apoyo y la ayuda tanto del profesorado como de los compañeros de clase de Dylan.

Todo eso ha hecho que la familia lleve el proceso con toda naturalidad. Hasta el punto de que «a veces, gente que aún no lo sabe me pregunta: '¿y la niña?' y yo me quedó pensando: 'qué niña'», señala la madre. Tanto Noelia como Ximo recomiendan encarecidamente a todos los padres que se encuentren en la situación que «den todo el apoyo a sus hijos porque esos es lo principal». «¿Para qué quiero yo tener una hija amargada y triste cuando puedo tener un hijo feliz, que se sienta como es?». Dylan ha sido muy maduro y también muy muy valiente», destaca la madre.

«Tenía miedo a qué diría la familia»

El joven Dylan narraba a Levante-EMV que tenía 12 años cuando entendió qué le pasaba. Lo hizo tras conocer a una persona que se encontraba en su misma situación «y me contó su experiencia». «Busqué información y entendí qué era lo que me pasaba pero nunca lo llegué a decir porque pensaba que no lo entenderían. Tenía miedo a qué dirían», narraba. Pensó, incluso, en escribir una nota a sus padres porque no sabía cómo explicárselo.

Respecto al cambio de sexo, acaba de finalizar la primera fase, la psicológica, que ha constado de cinco sesiones en las que se corrobora que tiene disforia de género y, por lo tanto, necesita un tratamiento. El siguiente paso es empezar a hormonarse pero antes deberá someterse a un gran número de pruebas médicas.

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