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«No creo que haya ocurrido algo así en ningún museo del mundo»

«No creo que haya ocurrido algo así en ningún museo del mundo»

¿Qué sintió cuando supo que se habían llevado las obras de arte del Museu de Santa Clara?

Todavía me cuesta asimilar una noticia tan sorprendente. Un sentimiento de estupor del que todavía no he podido recuperarme.

¿Nunca pensó que pudiera ocurrir?

Nunca jamás.

¿A quién atribuye la responsabilidad?

Llama la atención de que un académico que se precia se envuelva de tanta arrogancia para encubrir una falsa modestia que él predica con el fin de conseguir sus objetivos establecidos tiempo atrás.

¿Se refiere a Ximo Company?

Evidentemente. Es el máximo responsable de todo lo ocurrido. Del cambio del proyecto original, de haber expulsado a las personas que realizaron el museo para colocar a sus allegados y de montar este escándalo y hacerse pasar por víctima.

¿Qué piensa del concepto de «museo espiritual» que desea Company y el Arzobispado?

Comprendo esas aspiraciones porque se trata de un museo de arte religioso formado en su totalidad por los legados testamentarios de los Borja por el gran número de monjas de esta familia que a lo largo de los siglos habitaron el convento. Ahora bien, hay que tener en cuenta que el museo está en un edificio municipal y no puede ser un «centro de evangelización», como fijaba el convenio que ha expirado, ni de «espiritualidad franciscana», como se pide ahora.

Usted es el ideólogo del museo y, antes de abrirse, estuvo a su frente varios años. ¿Por qué abandonó ese proyecto tan importante?

El arquitecto y yo terminamos el proyecto del museo y entonces fue cuando apareció el señor Company con su equipo y a mí me relegaron, me hicieron 'moobing', me quitaron el ordenador, cambiaron el mobiliario del despacho, aprovecharon que estuve convaleciente por una operación y cuando volví ya no tenía nada. Al cabo de unos días el señor Joan Aliaga me dijo que no volviera.

En eso, alguna responsabilidad tendrá el ayuntamiento.

Efectivamente, sin la connivencia del concejal Vicent Gregori, no hubiesen ocurrido estas cosas. Ya le advertí de la manera de obrar del señor Company, al que conozco desde hace años y que no estuvo ni en el origen ni en la puesta en marcha del museo.

¿Y no habló con el alcalde, Arturo Torró?

Claro, y me contestó que él no podía hacer nada.

¿Hubo cuestiones políticas en su defenestración?

Políticas y personales, y por criterios que no coincidían con el nuevo equipo designado para el museo.

¿Cuál fue su cometido a lo largo de tantos años?

Estuve trabajando en la realización de un largo inventario que comprende alrededor de 500 piezas. Había que fotografiarlas todas, analizarlas y hacer una ficha de cada una de ellas, lo cual conlleva mucho tiempo. Y también me ocupaba de comisionar las exposiciones que se realizaban en las salas municipales de Gandia.

¿Qué papel ha jugado el arzobispado en esta polémica?

A mi entender, el arzobispado ha confiado ciegamente en el señor Company, que aprovechó el cambio de Gobierno en el Ayuntamiento de Gandia para poder poner en práctica su objetivo.

¿Y en todo esto las monjas han tenido voz y voto?

Evidentemente, son las propietarias de las obras y algo tienen que ver. Sin embargo su cometido es la oración y prefirieron en un momento dado delegar en el Arzobispado de Valencia las negociaciones para la creación y gestión del museo. Hasta entonces habían confiado en mí.

¿Cómo se sentirán ellas?

A lo largo de todos los años que he estado con ellas me han demostrado la confianza a la que yo les he correspondido, he llegado a considerarlas casi como parte de mi familia. Por lo tanto, puedo creer que estén bastante decepcionadas y preocupadas con lo que está pasando.

El ayuntamiento presentó denuncia por el vaciado del museo. ¿Cómo valora la actuación del Gobierno local?

Tanto la alcaldesa en sus palabras como toda la gente que me para por la calle encuentran el hecho de una gravedad sin precedentes, ni creo que haya ocurrido algo así en ningún museo del mundo. Incluso el ámbito académico no sale de su sorpresa. Respecto a la reacción municipal, opino que han de ser contundentes. El hecho es tan grave que no se puede pasar por alto, por mucho perdón y por arrepentimiento que ahora se quiera demostrar. La ciudadanía no comprendería que el ayuntamiento se rindiera ante tales pretensiones.

¿Cree que el conflicto terminará bien y la colección del museo volverá a su sitio?

Es que lo ocurrido es surrealista. Entrar en un museo, llevarse la colección de obras de arte por «no aceptar mis condiciones» y, si las aceptas, devuelvo las obras. Ante este tipo de actuaciones una institución como el ayuntamiento no puede doblegarse. La ciudadanía no lo entendería.

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