Saben quienes me conocen que no soy amigo del «y tú más», pero lamentablemente habitamos un país en el que existe la creencia de que quien dice la última se lleva la razón. Por consiguiente, hay que poner los puntos sobre las íes y responder ante cualquier atropello. En la última sesión plenaria tildé al señor Barber de maleducado y lo hice tras observar sus aspavientos y falta de respeto hacia la alcaldesa. Una actitud que, lamentablemente, viene siendo habitual. No hace mucho le dirigía a la señora Morant un gesto muy feo con la palma de la mano abierta y pegada a su mejilla. En las páginas de Levante-EMV el Barber publicaba un artículo de opinión titulado «La gran fallida: pensem en les persones», que no tiene desperdicio alguno. No entraré en el fondo, pero sí en la forma y tras analizarlo no seré yo quien diga que el concejal popular no es, precisamente, un Petronio de la dialéctica.

En su filípica utilizaba epítetos tales como «estafa electoral», «falsedad», «mentirosos», «tramposos», «cínicos», practicantes del «engaño» y del «amiguismo», «llorones» y acusaba al actual gobierno de la ciudad de ser el «problema» y no la solución. Todo ello tras calificar a la alcaldesa de «déspota», «autoritaria» y «hooligan».

La utilización de tales adjetivos descalifica al personaje, pero peor fue el tono cuando se refirió en el pleno de junio al problema de la legionela detectado en la piscina del Grau. Cito textualmente: «ustedes han intentado esconder la aparición de la legionela», «disminución de usuarios por la legionela» y «aumento de precios de la piscina con legionella». Me parece una auténtica irresponsabilidad -y ese será el único adjetivo que usaré para calificar la actitud de la oposición- utilizar una cuestión tan delicada como la de la salud para obtener rédito político. Pero les diré más. El anterior Gobierno no estaba expuesto a positivo alguno ni por legionela, ni por cualquier otra bacteria, ¿Saben por qué? Porque no se realizaban analíticas en las instalaciones deportivas del Grau. No lo digo yo, lo refleja un acta de Inspección de la Conselleria de Sanitat efectuada cuando el PP mal gobernaba. Dice textualmente el referido informe: «¿Se dispone de las analíticas de agua que establece la legislación?: No». «¿Se dispone de los certificados de limpieza y desinfección del período vigente?: No». ¿Saben cuál fue la respuesta del Gobierno?, solicitar prórroga de tres meses para realizar las oportunas analíticas.

La oposición parece seguir instalada en los «mundos de yupi» reivindicando una forma de hacer política que ha llevado al Ayuntamiento de Gandia al borde de la ruina más absoluta. ¿Cómo pueden echar de menos eventos de tan poca rentabilidad para la ciudad como el Campeonato de España de Motos Acuáticas o el Cotif promesas? Gandia ha estado durante cuatro años comprando burras y bicicletas con manillar cacho a promotores incapaces de colocar sus eventos en cualquier otro ayuntamiento. Gandia era al paraíso. Nuestro consistorio nadaba en la abundancia. ¿Qué ha sido del Cotif promesas que tenía tantas novias si no interesaba a Gandia? Se hablaba de llevarlo a Benidorm o a l'Alfàs. 50.000 euros costaba la broma. Seguro que con ese dinero vivía todo el fútbol base de la ciudad.

Dijo la alcaldesa, Diana Morant, en el último pleno que, según el PP, cuando llegó al poder, las cajas de la tesorería local estaban vacías y la respuesta a tanta penuria y estrechez económica fue traer a Tom Jones y a Julio Iglesias, este último para llamar valiente al anterior alcalde. Valiente, pero que paguen otros la factura. La broma nos costó a los gandienses 800.00 euros y así, de dispendio en dispendio hasta la quiebra final. De pena.