Líbreme Dios de pedir a ustedes que no ejerzan su sacrosanto derecho al voto, ¡faltaría más! Voten y sean felices. Pero deben hacerlo con cuidado porque, como diría el doctor Salvador Bellver, las grandes pasiones políticas pueden alterar gravemente el ritmo cardiaco, y el doctor Alfredo Cortell aseguraría que el proceso mental para decidir el voto puede afectar a la estabilidad emocional. Por su parte, el filósofo Groucho Marx, que veía ciertas similitudes entre votación y defecación, recomendaba actuar como El Pensador de Auguste Rodin, meditando concienzudamente los pros y los contras antes de introducir la papeleta en la urna.

Yo, en uso de mi libertad, he decidido no votar por las siete razones siguientes:

1.º - Porque la Ley Electoral es injusta al no contemplar el principio sagrado de la democracia: «Un hombre, un voto».

2.º - Porque un país, dividido en 17 autonomías, es económicamente insostenible, ya que el desorbitado gasto que generan estos voraces miniestados llevan a España a la ruina.

3.º - Porque es injusto que, con nuestro dinero, se pague a los partidos políticos, a los sindicatos y a la patronal.

4.º - Porque no existe una verdadera independencia de la Justicia, ya que los miembros del CGPJ son nombrados por los partidos políticos, a los que deberán el cargo, que provoca que la justicia no sea igual para todos.

5.º - Porque los partidos -incluso los nuevos- son grandes estructuras de poder, sin democracia interna y con listas cerradas, donde el Secretario General ostenta el poder absoluto, señalando con su dedo a los elegidos y engrosando la cohorte de asesores para mantener su pesebre electoral.

6.º - Porque los tres partidos constitucionalistas, que presumen de querer lo mejor para España, no han sido capaces de llegar a una gran coalición por cuestiones de egoísmo personal.

7.º - Porque no existe una ley que obligue a los corruptos y ladrones, antes de salir de la cárcel, a devolver todo el dinero robado y defraudado.

Si alguna vez este septenario de agravios desapareciera de la política no tendría ningún inconveniente en votar, pero sólo lo haría a partidos constitucionalistas. Porque, como decía Eugenio D'Ors: los experimentos, sólo con gaseosa.