Encarna Fuster reconoce que reivindicar la autoría de una imagen desde el momento en que se sube a internet es «una batalla casi perdida», sobre todo si se trata de fotógrafos aficionados, pero mantiene que se debe respetar porque, pese a que las cámaras digitales han facilitado mucho las cosas, «publicar una fotografía es mucho más que hacer click, detrás de cada disparo hay un gran trabajo de edición».
Siempre hay recursos como bloquear el documento con una clave, poner marcas de agua o una banda con el nombre del autor, «pero lo pueden modificar o recortar», apunta. Asegura que en la asociación han tenido algún problema en este sentido.
En general, la mayoría de los fotógrafos lo asume con resignación, pero sí se molestan cuando, por ejemplo, esa imagen bajada de la red se retoca con unos colores o unas dimensiones que no son las originales, o se reutiliza para un uso publicitario o con fines comerciales.
Opina que la crisis económica ha perjudicado profesionalmente al sector pero al menos ha aumentado la afición a la fotografía, ya que hay más gente con más tiempo libre al quedarse en el paro o ver reducida su jornada laboral. «La diferencia con los fotógrafos profesionales es que nosotros dedicamos a la foto más horas y no le ponemos precio, mientras que a ellos les tiene que salir todo perfecto a la primera», añade la presidenta.
Particularmente, es partidaria del papel impreso por encima de lo digital. Reconoce que ha habido grandes avances tecnológicos -«recuerdo cuando iba con mi Kodak analógica y sólo me podía permitir un carrete al mes»-pero añade que es en la mirada del fotógrafo, en su punto de vista, donde reside el verdadero valor de este arte. Encarna Fuster asegura que en la asociación no discriminan en función de si se tiene un mejor o peor equipo, e invita a todos los aficionados a participar en las actividades de la AFS.
