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El renacer de un arquitecto

Fernando Mut cierra su paso por la política y las consecuencias de haber tenido de alcalde a quien fue su rival en el PP Satisfecho, recupera su faceta de arquitecto municipal y recibe el encargo de montón de proyectos por toda la ciudad

El renacer de un arquitecto

El jueves de esta semana Fernando Mut no ocultaba su satisfacción mientras, paseando de un lugar a otro, narraba a este periódico los detalles de los proyectos urbanísticos que ha redactado para Gandia. Y no son pocos. El mirador del río Serpis desde la calle de les Carmelites, una plataforma flotante de madera de 600 metros cuadrados, el nuevo jardín del parque de Ausiàs March, con 14.000 metros cuadrados de espacios al aire libre, la peatonalización e integración urbana del Pont Vell, ya ejecutada, o la conexión de la plaza del Tirant lo Blanc y su conexión con la de Sant Josep. Tanto trabajo responde a un renacimiento profesional, a un retorno a los orígenes de quien, como confiesa ahora, siempre lleva en su interior la ciudad que le vio nacer y en la que sufrió su paso por la política.

Con Fernando Mut puede decirse que Gandia ha perdido un político para ganar al arquitecto que siempre fue, pero sus últimos años, salpicados de actitudes dignas e indignas de quienes le han rodeado, constituyen una historia muy singular.

A partir de 1981, en la primera legislatura democrática, Fernando Mut ya colaboraba en la redacción del Plan General de Ordenación Urbana de Gandia y llevó a cabo importantes proyectos de ciudad, entre ellos los que afectaron a la conservación y puesta en valor de patrimonio histórico.

Durante casi veinte años su vida fueron los planos y las maquetas, pero en 1999, llamado por Eduardo Zaplana, le picó el gusanillo de la política y abandonó ese trabajo para, bajo las siglas del PP, intentar ser alcalde de Gandia. No lo logró ni en las elecciones de 1999 ni en las de 2003, pero a la tercera, ya como candidato de Plataforma de Gandia, logró gobernar junto al alcalde socialista José Manuel Orengo y durante cuatro años dirigió la planificación urbanística de la ciudad. «Yo entré en política por el urbanístico, el de Gandia y en general», señala ahora quien también fue durante un tiempo director general de Arquitectura de la Generalitat.

De sobra se sabe que, dentro del PP, mantuvo una pugna feroz con Arturo Torró en la que, al final, el empresario se impuso y logró que la dirección del partido en Valencia lo eligiera candidato a la alcaldía. Torró lo logró en las elecciones de 2011 con mayoría absoluta, en las mismas elecciones que Mut, candidato por Plataforma de Gandia, ni siquiera pudo ser concejal y, por lo tanto, se vio obligado a reincorporarse a su puesto de arquitecto municipal.

«Exilio» en l'Alqueria

La incógnita inicial sobre qué haría Torró con el funcionario que había sido su enemigo político se desveló pronto. «No pudo resistirse a ser vengativo», indica Fernando Mut. Se quedó sin proyectos, lo enviaron un destartalado despacho en el polígono Alcodar y, sintiéndose víctima de «moobing», optó por «exiliarse» y trabajar para el Ayuntamiento de l'Alqueria de la Comtessa.

Esa travesía del desierto acabó cuatro meses antes de completarse la legislatura de la mayoría absoluta del PP. En enero de 2015 solicitó reincorporarse como funcionario a sabiendas de que su destino profesional pasaba por esperar un cambio en la alcaldía que, efectivamente, se produjo con el pacto entre PSPV-PSOE, Més Gandia y Ciudadanos, lo que supuso un alivio para quien se había sentido profesionalmente perseguido por motivos políticos.

Para alegría suya, al poco tiempo se le encargó la coordinación y supervisión de proyectos y, como queriendo ganar el tiempo que había perdido, se puso manos a la obra en una lluvia de proyectos encargados por los nuevos responsables de Urbanismo.

«Pese a mis años en política, en realidad yo nunca he dejado la arquitectura», señala ahora quien sigue defendiendo la gestión que, junto a Orengo, llevó a cabo en el Gobierno de Gandia entre los años 2007 y 2011. «La idea de ciudad no ha estado nunca tan clara y acertada como en esa legislatura», señala Mut. Pero, al mismo tiempo, reconoce que los tiempos ahora imponen austeridad y afronta «el reto de organizar la ciudad sin dinero». Obligado por esa circunstancia, asumió la remodelación del Pont Vell con poco presupuesto, y en el jardín que está ejecutando en el parque Ausiàs March incluso ha recuperado las losas de piedra del muro del antiguo paseo de la playa, retiradas hace quince años, para «reciclarlas» como bancos para sentarse.

Aplazada la jubilación

Además de los proyectos citados, que en su conjunto cambiarán la imagen del centro de la ciudad a ambas orillas del Serpis, Mut trabaja en un edificio polivalente en el solar de la antigua cuadra de Beniopa que se pagará con el dinero de la Generalitat que, precisamente Arturo Torró, no pudo invertir en la remodelación del parque de Sant Pere. Y, además, restaurará la chimenea de un antiguo ladrillar en el polígono de Sanxo Llop.

El arquitecto que fue político no oculta su estado de ánimo, y la mejor prueba es que ya ha pedido retrasar la jubilación que, por edad, le llegaría en unos meses.

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