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El sector pesquero resiste el oleaje

La Cofradía de Gandia se esfuerza por incorporar iniciativas que permitan capear el temporal como la subasta por internet o las visitas turísticas

El sector pesquero resiste el oleaje

Lonja de Gandia, viernes pasado, cuatro de la tarde. La subasta de pescado bulle de actividad. Es el primer día en que las embarcaciones de arrastre regresan de faenar tras un mes de parada biológica, obligatoria desde Sant Carles de la Ràpita (Tarragona) hasta Altea. Traen abundante género, incluso marisco como la gamba roja, de la que en Dénia -donde más fama se le ha dado al producto- precisamente esa misma tarde no ha habido ni rastro.

Los postores, animados, realizan sus compras, sentados en las gradas, a ambos lados de las cintas por donde pasan las cajas de pescado. La que está sobre un recuadro pintado de rojo es la que se subasta en ese momento.

Acostumbrados al mecanismo bromean entre ellos, pero no es una labor fácil: requiere de muchas habilidades y reflejos. Son mayoristas de grandes distribuidores, hosteleros, o pescaderos. Todo está automatizado y apretan un botón rojo de su mando a distancia, calculando el menor precio posible para vender al consumidor y procurando que ningún otro le quite la postura.

Pero, además, tienen que competir con otros que no están físicamente allí: los compradores por internet. La subasta remota ya supone un 8% de la facturación total de la Cofradía de Gandia y va en aumento. Hay una decena de postores virtuales, debidamente acreditados, de lugares como Mallorca, Tarragona o Albacete. Unos metros antes de que el pescado pase a la sala de subastas, una cámara le hace una fotografía que verá el postor en la pantalla de su ordenador. Si se lo queda, se aprovecha la logística de transporte y a la mañana siguiente llega a su destino.

«La subasta de hoy ha ido bien», resume el secretario de la Cofradía de Pescadores, Enrique Ferrer. El paro biológico y el temporal de hace unos días, que ha regenerado el fondo marino, han ayudado a la entrada de pescado. Además, estamos en verano: hay más restaurantes abiertos en las playas y compiten por ofrecer el mejor producto a sus comensales.

En Gandia las principales capturas son merluza, bacalao, rape, sepia, pulpo, «mollera», salmonete y jurel, además de gamba, cigala, sardina y boquerón. En total, unas mil toneladas de pescado al año.

La lonja del Grau es una de las mejores de la provincia; moderna, con dos plantas, con fábrica de hielo y diseñada para visitas turísticas. La subasta está informatizada y en la sala un tratamiento con ozono no sólo mata los microbios en suspensión sino que también sirve para neutralizar el olor a pescado.

Mercadona la escogió como «laboratorio de pruebas» hace tres años, cuando implantó la venta de pescado fresco de lonja en todos sus supermercados de España.

«No podemos competir en precio contra un pescado que viene de la India, por ejemplo, pero sí en calidad y en frescura», señala Ferrer. Además, la Cofradía de Gandia fue pionera en la trazabilidad del producto y ahora todas las cofradías valencianas estudian crear una marca para distinguir esa calidad, frente a la gran competencia que supone la acuicultura o el pescado de fuera. El reto es que los distribuidores o las pescaderías también muestren esta etiqueta a los consumidores.

Sin embargo, pese a la calidad y las mejoras en ventas, el sector pesquero sigue en crisis. Apenas hay pescadores y la flota valenciana no crece, si no todo lo contrario, se hunde. Entre 2006 y 2012 se desguazó un 30% de los barcos pesqueros censados en la Comunitat Valenciana por falta de rentabilidad.

Gandia tampoco es ajena a este fenómeno. Como recuerda el patrón mayor, Domingo Ciurana, hace unos 40 años había 22 barcos de arrastre pero hoy sólo quedan seis: la «Nova Emi», «L'Estel de Gandia», «La Llana», «Els Xatos», la «Rebomo» y «Els Polits». Y en ese mismo periodo se ha pasado de 130 barcos de artes menores, los que se dedican al marisqueo y al trasmallo, a 50.

En el Grau quedan unos 180 pescadores que salen a faenar y el sector ocupa a unas 300 personas, contando los trabajos indirectos. Pero, de seguir a este ritmo, la pesca en Gandia se puede convertir en algo testimonial. La prohibición de pescar tellina por su alarmante descenso ha agravado la situación. Para encontrar soluciones la cofradía está trabajando con dos universidades, la Univesitat Politècnica de València y con la Católica. En septiembre harán una siembra de tellina en la franja litoral gandiense. Los expertos son optimistas y creen que podrán mejorar las condiciones para que crezcan estos bivalvos.

Contra los «furtivos» de tellina

Además, el Gobierno de Gandia instalará en la playa ocho carteles para recordar a los bañistas o caminantes que está prohibido llevarse tellinas. «La Policía Local no sancionará, pero sí informará, nos preocupa porque, para quien llena una botella quizá no es mucho, pero multiplicado por muchas la especie no se recuperará», advierte el edil de Pesca, Xavier Ródenas.

Y para colmo tienen que hacer frente a especies invasoras, como el cangrejo azul, que se escapó de una piscifactoría en Turquía, o la «musola» (un pequeño tiburón), que es depredador de la gamba roja.

Por fortuna, ya pasó la pesadilla de las prospecciones petrolíferas, pero los pescadores siguen viendo otras amenazas en las desaladoras, el cable submarino de alta tensión entre Sagunto y las Baleares o el gasoducto Dénia-Ibiza, o la ampliación sur del puerto de Gandia.

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