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OPINIÓN Jaume Giner Santos

La derecha, el centro-derecha y la extrema necesidad

La dirección del Partido Popular de Gandia no ha tardado mucho en salir a la palestra para realizar su particular análisis de la jornada electoral del pasado domingo, muy consciente de una máxima peligrosa por su cinismo: cuando no tienes argumentos políticos que aportar, reducirlo todo a números ayuda a explicar una cosa y la contraria.

Por todos es sabido que la estadística nos permite a todos estrujar los datos hasta que éstos digan lo que queremos que digan, sobre todo cuando no tenemos nada más que decir. Y como no soy un hipócrita, voy a dejar los números para hablar del fondo de la cuestión, que es lo que parece rehuir algunos de los políticos en nuestra ciudad.

En primer lugar doy mi más sincera enhorabuena al Partido Popular por su triunfo electoral en estas elecciones generales y a su candidato, Mariano Rajoy, por tejer una estrategia que muchos creíamos errática (bloqueando la investidura, incapaz de llegar a acuerdos, dejando el tiempo pasar, tapándose los ojos ante los casos de corrupción que sacudían su partido...) pero que finalmente ha sido la más acertada.

En segundo lugar no puedo felicitar al Partido Popular de Gandia ni al señor Víctor Soler por su triunfo porque, en realidad, no existe tal. En unas elecciones generales se eligen congresistas y senadores, no concejales ni alcaldes. Ésta es la realidad de nuestro sistema parlamentario (no mayoritario, por cierto) y lo democrático es respetarlo. Para cada comicio los ciudadanos expresan su preferencia sin que ésta deba automáticamente corresponderse a otros escenarios, como es este caso.

Pero hay algo que me llama más la atención respecto al Partido Popular de Gandia: su insistencia en auto-ubicarse políticamente en el centro-derecha. Esta constante cantinela responde a una peligrosa trampa con una doble lectura. O sienten vergüenza por su verdadera ubicación política o pretenden afianzar definitivamente el engaño a la ciudadanía como principal baza electoral.

Lo cierto, y no me duele reconocerlo, es que si ustedes fuesen de centro-derecha realmente, hoy gobernarían la ciudad. No les quepa duda, los números le darían. Pero el problema en política es que uno no es lo que dice ser, sino lo que sus actos dicen de él. Y los cuatro años de legislatura donde ustedes gobernaron, legítimamente, mostraron ciertos signos que les delataban. Enumeraré algunos.

El centro político (al menos en Europa desde la Ilustración) representa una opción que no cierra las puertas al progreso, aunque mantenga unos valores. No creo que ni siquiera ustedes reconozcan su gestión como algo similar. Más bien ha sido la de pretender anclar a la sociedad en décadas pasadas, sin atender a los enormes cambios que vivimos. Tampoco el centro político tiende sistemáticamente a cometer ilegalidades, irregularidades o buscar subterfugios para esquivar las normas jurídicas, como ustedes han estado haciendo con presupuestos ilegales, contratos y subvenciones investigadas actualmente, o usando IPG como plataforma de escape del control público.

El centro político, además, tiende la mano a la pluralidad política con el fin de encontrar consensos, minimizando la generación de brechas y bandos que enfrentan a los ciudadanos. Poco encaja esto en su actuación respecto a cuestiones tan diversas como el Parc Sant Pere, la Platja de l'Auir, los problemas de convivencia en las zonas de ocio de la playa o el Prado, etcétera.

Tampoco representa el centro político la persecución ideológica que da la sensación que llevan a cabo cuando, en tono acusador, señalan a personas de comunistas, radicales, independentistas... como si fuese un delito. La realidad es que el Gobierno de Gandia ni es comunista, ni independentista, ni radical. El Gobierno de Gandia es extremista: de extrema necesidad a causa de la situación en que han dejado esta ciudad.

Al señor Soler en numerosas ocasiones le he oído hablar de su postura como liberal, que poco a poco acabó convirtiéndose en «liberal en lo económico», pero que acabó endeudando a la ciudad con la compra de empresas arruinadas o la realización de planes de empleo construidos para tejer una red clientelar a su servicio (cuando quiera le devolvemos los currículums que se dejaron en sus despachos con las etiquetas «afiliado al PP» y «afiliado a Nuevas Generaciones»).

Ante estas dudas que parece tener sobre su posición política, permítame que le recomiende tomarse un tiempo de descanso mientras se aclaran los procesos judiciales en los que está involucrado y aproveche para repasarse los valores de la Ilustración y de la Revolución Francesa. Así podremos construir juntos una país basado en la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad. Si usted está dispuesto, tenga claro que podrá contar conmigo.

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