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«Me han insultado, pegado y me han quemado tres veces la bandera de España»

José Iraila, un discapacitado que da la vuelta al país en su silla de ruedas, hace una parada de su viaje en la Safor - «En Gandia no me ayudan mucho»

«Me han insultado, pegado y me han quemado tres veces la bandera de España»

Jueves por la tarde y la calle Major de Gandia cada vez más llena de gente. Unos, turistas que visitan tiendas, otros, vecinos que la atraviesan para ir de un lado a otro de la ciudad o simplemente miran escaparates. De entre la multitud llama la atención la presencia de un hombre en silla de ruedas. Lleva encima, pese al asfixiante calor de julio, un montón de bártulos y una bandera de España enganchada al respaldo. De más cerca se puede comprobar que también porta una maleta de aluminio con un cartel: «Vuelta a España en silla de ruedas».

Se llama José Irala Vidal y, efectivamente, desde noviembre de 2015 atraviesa todo el país con su silla. Para demostrar que es cierto muestra varios recortes de periódicos con noticias y reportajes en los que él es el protagonista.

Salió de Huelva, donde residía hasta entonces -se le nota enseguida el acento andaluz- y no tiene fecha de fin.

Revela que no tiene nada ni a nadie en la vida y que por eso le costó mucho menos emprender el viaje. «Lo hago para defender los derechos de los discapacitados».

De eso sabe un rato. Tiene 49 años y lleva 46 sentado en una silla de ruedas. «Quedé discapacitado a los tres años por una enfermedad», señala junto a las estatuas de la plaza de l'Escola Pia de la capital de la Safor.

Gandia, dice «no es una ciudad muy accesible». Y es que esa es su labor, visitar los cascos urbanos para comprobar si se cumple la ley en esa materia. Ya va por segunda vuelta a España.

Y eso que no está siendo nada fácil. Cobra una pequeña pensión que no llega a los 400 euros. Cuando le ingresan el dinero aprovecha para coger alguna habitación en un hotel para poder ducharse y asearse. «Son más caros de lo normal porque busco que sean accesibles para mí», dice.

Cuando se le acaba la pensión pide para comer. «Ahora, por ejemplo, necesito ayuda. Yo necesito comer para poder emprender viaje, si no reúno dinero me tengo que quedar en la ciudad en la que esté hasta que pueda adquirir comida», explica. En Gandia, de hecho, «la gente no me está ayudando mucho».

Al hospital por insolación

Estuvo una noche ingresado en el hospital de Gandia. Llegó en ambulancia porque cuando iba por Oliva cogió una insolación. Hace poco le multó la Guardia Civil en Murcia por circular por una autovía. «No lo voy a pagar y como no me pueden quitar nada... Lo único que tengo es la silla».

En Elx, explica, le robaron una silla eléctrica con la que emprendió el viaje y ahora le toca moverse solo con la fuerza de sus brazos.

Duerme en la calle. «No voy a albergues porque roban», asegura. También dice que durante su viaje «me han pegado, me han insultado y en tres ocasiones, en Bilbao, Barcelona y Madrid, me han quemado la bandera de España», asegura.

Mientras habla con este periódico, una mujer se acerca y le entrega una moneda que guarda en un bolso. Posteriormente saca una tableta digital y enseña varias fotos con las que documenta su viaje.

En alguna de ellas se puede ver la silla de ruedas eléctrica que le robaron. Iba sentado en ella y llevaba enganchados todos los bártulos pero también la silla que utiliza ahora, que entonces era la de repuesto.

El jueves pasado se disponía a pasar la noche en cualquier rincón de las calles de Gandia. Ha perdido el miedo a estar en la calle y, además, no puede permitirse pagar una habitación hasta que el próximo día 25 de julio le ingresen la pensión.

José lleva toda su vida organizada en bolsas y maletas atadas a una silla de ruedas con la que se mueve por todo el país.

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