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De ruta por los bares de playa

Los chiringuitos de la comarca son cada vez más profesionales y ofrecen un amplio abanico de actividades desde deportes hasta masajes o conciertos La mayoría cerrará a mediados de septiembre

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A los chiringuitos ya les queda como mucho un mes de vida en las playas; construcciones efímeras (excepto en Gandia) con las que turistas y residentes disfrutan cada verano de una experiencia única a la orilla del mar.

Cada vez son más profesionales y la mayoría programa actividades para dinamizar la jornada y atraer a su público. Muchos de ellos tienen perfiles en redes sociales. Las clases de zumba o aerobic a mediodía son todo un ritual para los bañistas. Tampoco faltan los juegos para niños o los monólogos.

Y en el aspecto musical las veladas se amenizan con actuaciones en directo, desde bandas que versionan a leyendas del pop y del rock hasta DJ que despliegan su maleta creando atmósferas electrónicas y bailables, o más «chill-out» con las que arrancar confesiones en una noche estrellada.

La oferta se completa con hamacas y, en su caso, con servicio de masajes, para lo cual también necesitan la preceptiva licencia. Atrás quedaron aquellos veranos en los que los chiringuitos podían abrir hasta la salida del Sol. Hoy la mayoría de ellos cierran como mucho a las tres de la madrugada en fines de semana o vísperas de festivos.

Y todo ello respetando (o a pesar de) las limitaciones que marca la Ley de Costas, tradicionalmente interpretada de una manera mucho más restrictiva en la provincia de Valencia que en otras demarcaciones españolas. A diferencia de la costa andaluza, donde hay chiringuitos que son verdaderos restaurantes, en Gandia, la «niña bonita» de las playas, no se permite cocinar alimentos; como mucho servir raciones por encargo o comida ya envasada. Para dar este servicio algunos agudizan el ingenio y tienen acuerdos con hosteleros cercanos o son propiedad de restauradores.

Gandia, Oliva y Xeraco son las tres grandes potencias en chiringuitos. En Guardamar de la Safor, Bellreguard, Miramar y Piles -a excepción del Chiller Beach, que no está sobre la arena- no existen, quizá porque tampoco hubo una demanda empresarial que moviera a los respectivos ayuntamientos a licitar estas instalaciones.

En Gandia, el anterior alcalde, Arturo Torró (PP), quiso aprovechar el final de la concesión de todos los chiringuitos, que gestionaba desde hacía 20 años un sólo adjudicatario, Tano, para licitarlos de forma individual. En el verano de 2012 se renovaron y ampliaron todos los quioscos (ahora tienen 150 m2) con una inversión de 1,1 millones de euros pagados a través de la empresa pública IPG, ahora en liquidación.

La primera adjudicación por el procedimiento de subasta pública tuvo lugar en 2013. Ya en junio de 2015, con el gobierno local del PP en funciones, se adjudicaron 9 quioscos para 10 años. Durante la próxima década el ayuntamiento espera recaudar 2,3 millones de euros. Si quieren, tienen permiso para abrir todo el año.

El ejecutivo de izquierdas entrante hizo algunos cambios: suprimió uno en l'Auir y otro en Marenys de Rafalcaïd y el pasado mes de mayo desmontó el 12, en la calle Ribera Baixa, a instancias de Costas, al considerar que está dentro de playa natural.

Por otra parte, el pasado junio se constituyó la Asociación de Chiringuitos de Gandia. «Queremos estar unidos para ser más fuertes, sobre todo ante la Demarcación de Costas», afirma su presidente, Suso Gregori. En este sentido, las reivindicaciones más inmediatas son que Costas autorice toldos que den más sombra y resguarden del viento, y que dentro de los establecimientos se pueda cocinar, al menos tapas.

En Xeraco, el ayuntamiento sacó a concurso esta temporada siete chiringuitos. «Todos pueden elaborar comidas, siempre que cumplan con los sistemas de calidad que tiene implantados la playa de Xeraco, como las normas ISO 14.001, Qualitur o la Bandera Azul», señala el concejal de Playas, José Tejada. Sólo uno, el Arena, decidió ofrecer comidas preparadas y el resto, «catering».

En Tavernes de la Valldigna hay tres chiringuitos. El del Parc del Nord este verano se ha quedado desierto, al renunciar el anterior adjudicatario.

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