Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

80 años del último cronista

José María Vidal Pastor investigó temas relacionados con Oliva y la Safor en los convulsos años de la Guerra Civil y los divulgó sobre todo a través de la prensa local Fue perseguido por su condición de religioso por las milicias republicanas hasta el punto de llevarle preso y fusilarle en 1936

El pasado 6 de agosto se cumplieron ochenta años de la desaparición del único y último cronista oficial que ha tenido la ciudad de Oliva, el padre José María Vidal Pastor, quien falleció en agosto de 1936 tras ser fusilado mientras gritaba «Viva Cristo Rey!» en el paraje conocido como Les Aigües, en el marjal de Pego-Oliva, junto al nacimiento del Riu Bullent o Séquia del Vedat.

Nació en Palma de Gandia el 10 de abril de 1900, aunque sus padres, Bernardino Vidal y Romualda Pastor, eran naturales de Oliva. Muy pronto se fue a vivir a Oliva con su familia. Desde niño manifestó sus deseos de ser sacerdote e ingresó más tarde en el Seminario Metropolitano de Valencia.

El 5 de abril de 1924 cantó su primera misa en Santa Maria la Major y dos años después fue destinado como cura a Catamarruc, en el Comtat, Alicante. No duró mucho, porque el 16 de diciembre de 1927 fue nombrado beneficiado organista de la misma parroquia olivense. La posesión se la dio el plebán Salvador Campos Pons y el 9 de marzo de 1933 fue nombrado coadjuntor de la parroquia.

Su carácter afable y su interés por la historia fueron motivos para que se le nombrada archivero parroquial y el Ayuntamiento de Oliva le designara en 1931 cronista oficial de la ciudad y archivero municipal. Él justificó su cargo con valiosos estudios que hoy en día tienen una gran consideración porque las fuentes sobre las que se basaron fueron quemadas durante la Guerra Civil.

En aquél momento, a pesar de las expoliaciones, el archivo olivense todavía disponía de fondos importantes y mantenía un orden tras la catalogación que a finales del siglo XIX encargó el alcalde de la ciudad Martí de Vesses.

Su labor de publicaciones arrancó con la serie «Cosas de antaño» en el semanario «Oliva. Defensor de los intereses de la localidad» en agosto de 1930. Posteriormente continuó con «Retazos de nuestra historia» en «La Verdad» y finalmente con «Cosas de antaño... Galería de olivenses ilustres» que apareció publicada en la revista local «Patria Chica».

Pero su labor de investigación y publicación no se circunscribió sólo a Oliva. Colaboró también con la «Revista de Gandia»; con el diario «La Correspondencia de Valencia» y también en el «Almanaque» de Las Provincias, pero siempre con temas sobre la comarca de la Safor.

Un ejemplo de estas publicaciones es «Un documento de interés para el sistema de riego de Alcoy de la huerta de Gandia y pueblos que se aprovechan de sus aguas», o los estudios históricos y musicales relacionados con los órganos de los grandes templos valencianos.

El Centre de Cultura Valenciana lo nombró, el día 28 de junio de 1933, director corresponsal en la ciudad de Oliva, a propuesta de Sanchis Sivera, Llorente Falcó y Salvador Carreres.

El cronista gandiense Felip G. Perles Martí, en su trabajo «Miscel·lània», en 1996, dijo que la ora de Vidal Pastor «merecería ser recopilada». También Gabriel García Frasquet se refiere a sus trabajos en el «Catàleg de la premsa comarcal de la Safor (1880-1982)» publicada por el CEIC Alfons el Vell en 1988.

A pesar de sus numerosos trabajos e investigaciones y ser una persona muy querida por la mayoría de la gente, en mayo de 1936 las autoridades republicanas de Oliva decidieron su destierro del municipio y se fue a vivir de nuevo a Palma de Gandia, donde recibió a cientos de olivenses que le pedían el regreso a la ciudad condal. Asiduos visitadores suyos eran sus primos Alfonso y Salvador Soler Soler. Salvador, que era poeta, colaboraba también en la publicación «Patria Chica». El sacerdote escribió una poesía a la Virgen basada en su destierro aunque acabó regresando a Oliva.

Fatal desenlace

Sin embargo, el 3 de agosto se lo llevaron los milicianos para asesinarlo y lo pusieron en la fila junto a otros detenidos. En principio, quien debía fusilarlo no lo hizo porque, según dijo había vivido debajo de un puente con su madre hasta que José María Vidal le facilitó una casa para vivir dignamente. Le llevaron a la «checa» de las Clarisas donde estuvo tres días más, hasta el fatal desenlace.

Compartir el artículo

stats