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Luces y sombras de un «día sin coches»

La concejala Pérez lamenta que las «actitudes incívicas» impidan que la ciudad pueda aplicar políticas para conseguir que las calles y áreas peatonales estén libres de vehículos

Luces y sombras de un «día sin coches»

A decir verdad, el «Día de la Movilidad» se nota poco en Gandia a pesar de los intentos de distintos departamentos del ayuntamiento para que los ciudadanos se mentalicen de dejar el coche y desplazarse a pie, en bicicleta o en transporte público, especialmente en esa rutina diaria que es llevar los niños al colegio.

Ayer, en la jornada central de la Semana de la Movilidad, el consistorio volvió a cerrar al tráfico las calles del centro histórico, peatonalizado casi por completo, pero, como reconoció a este periódico la concejala Àngels Pérez, se encuentran con «actitudes incívicas» de conductores que, incluso, se bajan del coche, retiran las vallas que cierran el acceso y entran con los vehículos en las calles que se intentan acotar.

Otro ejemplo es que ayer también hubo vehículos de carga y descarga en vías peatonales pese a que la orden expresa era que se quedaran en las áreas periféricas del centro. Y eso pese a que el consistorio había advertido a los comerciantes de que la jornada sería «como un día de fallas», es decir, con prohibición total de entrar en las vías peatonales salvo necesidad imperiosa.

El resultado fue que casi nunca los viandantes circulaban solos por esos espacios, exceptuando cuando la Policía Local controla directamente los accesos, de manera la concejala Pérez confesaba que es necesario «reflexionar» sobre jornadas futuras de concienciación a la movilidad sostenible.

Según Pérez, una de las primeras acciones que estudiará el ayuntamiento es modificar el horario de acceso a vehículos comerciales en el centro, que ahora finaliza a las 11.30 horas. La idea sería adelantar la entrada y salida de camiones y furgonetas de reparto para que, a media mañana, y especialmente durante las horas de entrada y salida de los colegios, los viandantes no se mezclen con ese tráfico rodado que, a veces, incluye pequeños camiones.

De las ciudades valencianas de su tamaño, el centro histórico de Gandia es uno de los más peatonalizados, pero el acceso a las cocheras de los vecinos, la picaresca o esas actitudes incívicas que reconocen las autoridades locales impide ofrecer, durante muchas horas al día, la imagen de espacio reservado a los viandantes.

En el resto de la ciudad, de hecho la mayor parte de ella, el tráfico mantuvo el ritmo habitual, como cualquier «día con coches».

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