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Semana de la «inmovilidad» en la Safor

Las mismas administraciones que piden a los ciudadanos ir a pie, en bicicleta o en transporte público son las que han incumplido las promesas para crear o construir las infraestructuras que se necesitan para hacerlo posible Las deficiencias afectan al tren, al autobús y a la red ciclista

Semana de la «inmovilidad» en la Safor

A mediados de septiembre de todos los años la Administración anima a los ciudadanos a sumarse a la «Semana de la Movilidad», auspiciada desde la Unión Europea, que pretende fomentar un mayor uso del transporte público para desplazarse, así como ir a pie o en bicicleta, en detrimento del coche particular que es más contaminante, menos saludable y genera muchos problemas en las ciudades.

También la Safor, y especialmente Gandia, se suele sumar a esa iniciativa del día o la semana llamada «sin coches», pero un mínimo análisis de la situación lleva a la conclusión de que ese propósito resulta del todo imposible, y no solo por «falta de concienciación ciudadana», sino fundamentalmente porque es la propia Administración la que ha incumplido, durante muchos años, sus propias promesas y sus objetivos de garantizar que aquellos que quieran puedan en bici o en transporte público.

La Safor es, de hecho, uno de los mejores ejemplos de esa doble cara de las administraciones. Por un lado muestran su interés por avanzar en transporte sostenible, pero, por otro, ha hecho poco o nada para hacerlo posible.

Empezando por el ferrocarril, uno de los sistemas de locomoción más limpios que existen, el Ministerio de Fomento sigue dando muestras de no querer construir el tren Gandia-Oliva-Dénia, que enlazaría con la actual línea de Cercanías a Valencia. Tras décadas de falsas promesas, ahora ha diluido ese proyecto en un gigantesco Tren de la Costa desde Valencia a Alicante que, por la inversión necesaria, más de mil millones de euros, suena a ciencia ficción. el último golpe al tren que uniría la Safor y la Marina Alta es el polémico estudio de viabilidad encargado por el Ministerio de Fomento que, como adelantó Levante-EMV, concluye que «no sería rentable ni económicamente ni socialmente».

Peor aún es la situación del autobús en la Safor. En estos momentos, y eso es constatable, para los ciudadanos de un municipio que trabajan en otro resulta casi imposible encontrar horarios y servicios que les permitan dejar el coche en casa y no contribuir a los colapsos de tráfico. Ni siquiera eso es posible entre Gandia y Oliva, dos ciudades que suman más de cien mil habitantes separadas por menos de diez kilómetros.

En este caso, la responsabilidad es de la Generalitat, y, justamente coincidiendo con esta «Semana de la Movilidad» la Mancomunitat de la Safor ha elevado la voz para exigir a la consellera de Infraestructuras, María José Salvador, que se digne en atender a los alcaldes y que responda a sus peticiones para reponer algunas líneas de autobús desaparecidas, como la Gandia-Ontinyent-Alcoi, que daba servicio a los municipios de la Vall del Vernissa, o que adopte medidas para mejorar en su conjunto esa deficiente red de transporte público comarcal que no responde en absoluto a las necesidades de los ciudadanos. El colmo es que incluso para ir al hospital comarcal de Gandia cada día cientos de personas tienen que buscarse a alguien que les lleve porque no encuentran el sistema para llegar allí.

A la inexistencia del tren desde Gandia hacia el sur y al déficit de los autobuses se suma las dificultades de ir en bicicleta. Más allá del paseo de fin de semana, en la Safor no existen carriles bici acordes a las necesidades que se requieren para usarlos por motivos laborales. Desde Villalonga a Gandia, desde la Font d'en Carròs hacia Oliva o desde la Vall del Vernissa hacia cualquier punto, los ciclistas tienen que compartir calzada, en todo o en parte del trazado, con carreteras que, en hora punta, registran mucho tráfico. Hay tramos en los que ni siquiera existe arcén, de manera que quienes apuesten por ese medio de transporte sostenible y saludable tienen que asumir el riesgo y la incomodidad de coches y camiones que les rebasan a mayor velocidad y a muy poca distancia de ellos.

Todas las administraciones, desde la del Estado a la local pasando por la autonómica y provincial, han estado años prometiendo la construcción de carriles bici prácticos y seguros, pero esa red que una comarca llana como la Safor podría tener sigue en el capítulo de los proyectos que no pasan de las palabras a la realidad. En Gandia, además, se está pendiente de recomponer el servicio de alquiler público de bicicletas, que funciona de forma precaria y con muchas deficiencias.

Las excepciones a esas situaciones negativas son el carril bici Gandia-Oliva, que se construyó hace años aprovechando la plataforma del antiguo ferrocarril, y que es muy frecuentado tanto para ir a trabajar como, especialmente, para hacer deporte. También ha sido un logro positivo el que comunica Gandia y el Grau, Oliva y su playa o el que une algunos municipios con sus urbanizaciones costeras.

En ese panorama negativo queda siempre la posibilidad de ir a pie dentro de una misma ciudad, pero hasta en eso Gandia reconoce que son muchos los conductores de vehículos que, saltándose la prohibición, penetran en las áreas peatonales acotadas.

Es evidente que, tanto para los ciudadanos como para la Administración, queda mucho por hacer, y por concienciar, para conseguir una auténtica «Semana de la Movilidad Sostenible».

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