Dos chicas jóvenes que pasaban inadvertidas en una misa dominical celebrada en la Colegiata de Gandia irrumpieron después de la lectura del Evangelio y, arrebatando el copón al sacerdote que oficiaba la Eucaristía, esparcieron las formas por el suelo, causando una enorme sorpresa e indignación, tanto en el oficiante como en las decenas de personas que se encontraban en el oficio.
Los hechos, que Levante-EMV pudo confirmar ayer, ocurrieron en la misa que se inició a las 10.30 de la mañana del pasado 18 de septiembre, pero han sido muy comentados en los últimos días a raíz de la manifestación y de los incidentes que, este mismo lunes, se produjeron en las puertas de la Colegiata, cuando un grupo de personas pertenecientes a colectivos feministas y de defensa de los derechos de los homosexuales protestaba por la presencia del cardenal Cañizares en la misa del patrón de Gandia, San Francisco de Borja. Ese hecho acabó con enfrentamientos verbales entre manifestantes, feligreses y sacerdotes.
Según explicaron testigos de los hechos, lo del 18 de septiembre pasado fue, desde el punto de vista de la Iglesia, mucho más grave, dado que las dos chicas jóvenes no llevaron a cabo su acción fuera del templo y contra una persona, sino en el interior, y, además, eligieron un momento y un objetivo especialmente significativos para los creyentes católicos.
Sin precedentes en Gandia
Cuando Vicente García, el sacerdote que oficiaba, había terminado la lectura del Evangelio inició el rito de la consagración de las formas que, depositadas en un copón, se convierten, a criterio de la Iglesia, en el Cuerpo de Cristo. Esas formas posteriormente se reparte entre los fieles durante la comunión.
Tras haber tirado las formas, las dos actoras también esparcieron algunas publicaciones de carácter religioso que se dejan a la entrada del templo para que los fieles dispongan de ellas, y se marcharon a toda prisa. Las personas con las que ha hablado este periódico aseguran que nadie de los presentes las reconoció.
Pasado el suceso e interrumpida la misa, el sacerdote optó por recoger las formas, proceder a la consagración y culminar la ceremonia, no sin señalar su sorpresa por lo ocurrido, al que no le encontró explicación lógica.
Según indican sacerdotes consultados por este periódico, no existen precedentes, al menos recientes, de que en Gandia se hayan producido actuaciones de este tipo.
