Tirar basura o dejar enseres y muebles abandonados en cualquier rincón de los pueblos y las ciudades se ha convertido en una de esas actitudes que evidencian la falta de civismo de muchas personas, aunque esa «huella» acaba desapareciendo con relativa rapidez cuando los servicios municipales de limpieza o de recogida de trastos actúan.
La imagen que no se borra es la que, desde hace meses, ofrece la franja más próxima al muro de contención del margen izquierdo del río Serpis a su paso por Gandia. El espacio más cercano a ese muro se ha convertido en un auténtico vertedero «gracias» a las personas que, sin ningún miramiento ni estima por el mantenimiento de una ciudad limpia y acogedora, arrojan desde lo alto del camino todo tipo de basura. Envases, excrementos, ropa usada o inservible, grandes bolsas de basura llenas de desperdicios, e incluso muebles y vallas como las que la Policía Local o los organizadores de eventos sociales usan para acotar espacios urbanos.
Es toda una antología de la inmundicia la que puede observar el ciudadano o el turista que se asoma a ese lugar, seguramente con la idea de contemplar la bella imagen que, aunque esté seco, casi siempre ofrece el paso de un cauce fluvial por el interior de una ciudad.
La fotografía es todavía más decepcionante cuando se toma desde la pasarela que comunica el paseo de les Germanies con el parque y los jardines de Ausiàs March, un paso habitual para miles de gandienses y también para muchos turistas que acuden a contemplar la fachada este del Palau Ducal o que simplemente la atraviesan para un simple paseo.
