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Pepe Pastor, director del Campus

«Unos alcaldes han sido más sensibles que otros con el Campus»

«Unos alcaldes han sido más sensibles que otros con el Campus»

A finales del este mes de noviembre, Pepe Pastor pone punto y final a ocho años como director del Campus de Gandia. Dos legislaturas en las que ha vivido la que posiblemente ha sido la etapa más difícil para la educación valenciana de la historia por culpa de unos recortes que ha sufrido en las propias carnes de su gestión y en la que ha experimentado un cambio de modelo educativo al implantarse Bolonia. Se confiesa agotado pero se va contento con todos aquellos proyectos que tanto él como su equipo han puesto en marcha durante este tiempo.

Es necesario pedirle que haga un balance de sus ocho años como director del Campus de Gandia de la Politècnica.

A nivel personal ha sido muy enriquecedor, porque me ha permitido conocer mejor mi universidad, el mundo universitario por dentro, conocer a muchísima gente interesante y disfrutar de personas buenas que me han acompañado durante esta época. A nivel de Campus, yo destacaría la puesta en marcha de dos másters, el de Ingeniería Acústica y el de Evaluación y Seguimiento Ambiental y, si todo va bien, la implementación de un nuevo grado, que está pendiente de certificación. Es cierto que no tenemos el mismo número de alumnos que antes, pero eso ha sido algo muy generalizado, y más en un campus que no está en una ciudad de gran influencia como puede ser Valencia, Alicante o Elx, sino en una comarca como la Safor, donde el número de habitantes es menor. Pese a ello, nos hemos mantenido más o menos estables. También hemos trabajado en consolidar el Campus y ser buenos en aquello que sabemos hacer bien, sin irnos a buscar cosas extrañas, sino centrándonos en aquello en lo que somos buenos. También hemos aumentado el número de estudiantes extranjeros. Uno nunca puede estar cien por cien satisfecho de lo que ha hecho, porque también hay cosas que me hubiera gustado poner en marcha y no hemos podido, pero el balance siempre es positivo porque, sobretodo, es lo que vive uno, cómo lo pasa y lo que he visto que hemos conseguido entre todos. He disfrutado mucho de mi equipo y eso sí que es una suerte. Todo esto no lo hace una persona, necesita de la colaboración y compromiso de la gente que forma el patrimonio del Campus, que son todos, y eso es lo que permite hacer las cosas mejor.

Comenta que ha habido proyectos que no ha podido sacar adelante, ¿cuáles? ¿Le han dejado hacer todo lo que quería hacer, o ha tenido alguna restricción desde la universidad?

A mí me hubiera gustado tener más alumnos, evidentemente, pero estoy satisfecho con lo que tenemos. También me hubiera gustado haber tenido algún grado más. La universidad no me ha puesto ninguna traba. Uno trabaja en una universidad, forma parte de ella y creo que debe tener la capacidad de saber leer hacia dónde va su universidad. Es evidente que el tema de los recortes ha afectado, no solo a este Campus sino de forma generalizada a la universidad. La UPV me ha dejado hacer todo aquello que tuviera sentido común y se pudiera hacer, hay que tener los pies en la tierra y ser consciente de no se pueden hacer virguerías.

Durante su mandato ha trabajado con tres alcaldes distintos, ¿cómo ha sido su relación con la administración local?

Siempre es de respeto, porque son alcaldes y representan a una ciudad a la que uno también quiere como es Gandia. A partir de ahí, ha sido diferente, porque cada persona es diferente, viene de partidos políticos distintos y representan aspectos diferentes. La primera época con José Manuel Orengo que fue muy fluida, muy fácil porque los anteriores directores ya habían hecho un gran trabajo antes. Fue ágil y dinámica hasta que llegó la crisis y se generó otra situación. Con Arturo Torró no fue como con Orengo. Intentamos mantener simpatías y sinergias, mantuvimos el convenio de colaboración, perdimos dos cátedras de empresas por la situación económica del Gobierno, que es algo que se entiende perfectamente. Con Diana Morant también tengo una relación más fluida que la de antes pero tengo poco recorrido con este gobierno. Yo diferencio tres etapas porque las personas marcan su personalidad, lo mismo que los criterios políticos. Pero desde el Campus siempre he intentado mantener una relación muy cordial y educada con todos los alcaldes y también con el resto de partidos del ayuntamiento. Todos los años, de hecho, me reúno con los portavoces de todos los grupos para explicarles qué hacemos, cómo lo hacemos, etc, y también recibir una impresión de cómo nos ven ellos, que eso es muy importante. En todo caso, en ningún momento he tenido mala relación con ellos, todos han tratado al Campus con respeto y consideración. Unos tienen más sensibilidad y otros menos.

¿Cómo ha evolucionado la educación en estos ochos años?

Ha habido un cambio importante porque pasamos de la situación anterior a Bolonia, de las licenciaturas, ingenierías técnicas y superiores, a los grados de cuatro años. Por nuestra parte, hemos pasado de hacer un único examen al final a hacer una evaluación continua, lo que permite medir mejor los conocimientos de los alumnos e intentamos que sean más prácticos. Durante estos seis años en los que lleva en marcha este sistema, hemos visto deficiencias. Estamos ayudando a educar en competencias, la capacidad que tienen de hacer cosas. Todo eso ha sido un nuevo paradigma al que este Campus, debido a su juventud, ha sabido adaptarse de forma rápida. Hoy en día, gracias a las nuevas tecnologías, los profesores graban sus clases, aportan vídeos de apoyo para que los alumnos los puedan ver, se ha abierto una ventana enorme para la educación pero nosotros debemos seguir formándonos para saber hacer uso de esas tecnologías y poner cada cosa en su lugar.

¿Y los estudiantes?

El alumnado es un poco pasivo. Supongo que a medida que sean más maduros podrán intervenir más en el día a día del Campus. Una queja debe estar fundamentada, una felicitación, también, si no, son opiniones. La participación por parte del alumnado cuesta, pero constatando cuál es la realidad en el Campus universitario en general, es normal, porque están a lo suyo. Luego siempre se habla de que el nivel con el que llegan del instituto es bajo, eso es mentira, lo importante es la actitud del alumno frente a sus estudios. El trabajo que hacen los institutos es muy importante, porque además es una edad complicada. Cuando llegan aquí traen unos conocimientos, pero lo que importa es la actitud. Si uno tienen una actitud de querer saber y aprender llegará al nivel que sea necesario. Por otra parte, ahora se trabaja mucho más en equipo, se habla mucho más con los profesores, todo es distinto a aquel momento en que era todo mucho más pasivo, cuando el profesor iba a dar la clase y se marchaba, solo tenía sus tutorías para poder tratar con el profesor. Eso ya no es así, las tutorías ahora son mucho más amplias, la experiencia en el aula también cambia con la implantación de lo que se llama la clase inversa. En ella, el profesor da material en clase para que el alumno lo prepare en casa y en el aula se centran en la resolución de dudas y problemas que planteen, tienen una comunicación más directa. Son todo cosas que van entrando también en la universidad. Luego está el centro de emprendedores, un gran número de actividades culturales, todo eso va redondeando la formación de nuestros alumnos. Aquella universidad que estaba en su torre de marfil, con la actitud de 'yo soy la que sé y vosotros tenéis que venir aquí' eso se ha acabado.

¿Qué retos le esperan al nuevo director del Campus de Gandia en el futuro?

Uno de ellos siguen siendo las nuevas tecnologías aplicadas a la educación y estudiar cómo se le pueden dar más cabida dentro del aula, que los profesores nos formemos también en esa cuestión. El nuevo grado, que si todo va bien entra en vigor el próximo año, en el que se puede implantar la metodología de trabajar en proyectos semestrales en el que se implican varias asignaturas y después el equipo lo comparte y eso es una forma de evaluar. Hay que seguir siendo importantes en la medida que eres capaz de resolver los problemas que la gente que te plantea, ser valorado por la comunidad de la comarca de la Safor y mantener una buena relación con Vera y el Campus de Alcoi y saber defender los intereses de esta escuela.

¿Usted acaba porque quiere o los estatutos limitan el mandato?

Yo acabo porque quiero. Los estatutos de la universidad marcaban que a partir de la segunda legislatura podía estar ocho años más pero creo que es importante que entre gente nueva porque al final te vas agotando, te quemas y necesitas respirar aire y al mismo tiempo que entre aire nuevo. Con los cambios se implica más gente a la gestión del Campus y eso es muy enriquecedor y muy motivador porque de ver siempre las mismas caras ya piensas: 'Ya sé lo que me vas a decir'.

¿Qué le parecen Jesús Alba y Pepe Marín, los candidatos que se presentan para sustituirle?

Los dos son fantásticos. Ambos han estado en mi equipo y creo que son personas con sentido común, a las que quiero mucho, se llevan fantásticamente entre ellos y cada uno defenderá su proyecto para el Campus. El que esté a favor de uno no quiere decir que esté contra el otro, y espero que esta escuela sea lo suficientemente madura e intelectual para saber tratar dos ideas que puedan ser diferentes y que al día siguiente de las elecciones y salga uno de los directores, todo el mundo a trabajar junto a él. Será una buena prueba de madureza intelectual para el Campus, ya está bien de quejarse y hacer tonterías e intoxicar cosas que no llevan a ningún lugar. Tanto uno como el otro, buena gente.

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