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Gandia

De amenaza de multa a festival de arte

El dueño de una vivienda del Grau pidió que le pintaran un gran grafitti en su fachada para evitar que se la sigan ensuciando con garabatos y aquello se convirtió en un evento multitudinario

De amenaza de multa a festival de arte

«Conté mis años y descubrí que tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante, que el que viví hasta ahora me siento como aquel niño que ganó un paquete de dulces: los primeros los comió con...». Estos versos incompletos pertenecen al poeta brasileño Mario de Andrade. Así, inacabado, está este poema en una fachada ubicada en la calle Cullera, junto al instituto Veles e Vents del Grau de Gandia. Lo empezó a escribir La Cris, una polifacética artista de la ciudad que, lo dejó por terminar porque fue «pillada» por el propietario de la vivienda a la que pertenecía la fachada que estaba utilizando como lienzo.

Fue el germen del primer Encuentro de Arte Urbano que se celebró en la capital de la comarca de la Safor el pasado jueves.

Más allá del evento, resulta interesante cómo se gestó. Luis García Gómez, el dueño de la casa, salía en ese momento por el garaje cuando La Cris «rayaba» el poema. Este, descontento con lo que estaba viendo y, sobre todo, harto porque tiene la pared llena de pintadas, le advirtió que lo que estaba haciendo era ilegal.

«Le dije que aquello debía dirimirlo la policía y la amenacé con llamar a los agentes». La Cris, esa «pequeña diablilla» como la llama ahora cariñosamente Luis, intentaba persuadirlo de que diera aviso a los agentes explicándole el significado del poema pero, pese que el hombre parecía mostrarse impasible, reconoce, entre sonrisas, que su actitud era puro postureo. «No tenía intención de llamar a la policía, lo hice por asustar a la chica», señalaba este simpático vecino del Grau que heredó la casa de su familia, en la que habita tras vivir durante más de 30 años en Francia.

Lo que sí que tenía claro Luis es que La Cris debía ayudarle de alguna forma a enmendar aquello. «Estaba seguro de que ella podía conocer a grafiteros, a gente que podría pintarme la pared con algún diseño que sí que sea respetado por los que dedican a ensuciar las fachadas con pintadas». Y es que, este hombre estaba harto de hallar continuamente garabatos en su pared. «Yo sé que hay una norma entre los grafiteros que dice que no se puede manchar la obra de otro», explicaba. El hombre tenía la esperanza de que si le grafiteaban la fachada, al menos tendría un mural con sentido.

A la artista le pareció una gran idea y la trasladó a la asociación Sota el Grau. Lo que iba a ser una simple pintada de fachada fue tomando forma hasta convertirse en un gran festival urbano.

Luis tiene el honor de que su vivienda fue decorada por cuatro de los mejores grafiteros del mundo. Desde Barcelona, Amsterdam, Australia y Massachussets, llegaron estos artistas que, en un día de trabajo, lograron darle un aire muy renovado a la pared exterior de la morada de Luis.

Los cuatro grafiteros trabajaron sobre una superficie de 29 metros. El hombre, por su parte, estaba encantado de la vida. «Ya ves la que me ha organizado», aseguraba, satisfecho al comprobar que tenía «casa plena». «No encuentro a mi mujer, debe estar por ahí escuchando el concierto», aseguraba contento mientras hablaba con este periódico.

En la misma casa dio alojamiento a los cuatro artistas y el garaje de la misma sirvió, además, de almacén. «Tengo una habitación con dos camas y ahí se ha apañado», señalaba.

Por supuesto, en la fachada se reservó un espacio para que la Cris pudiera terminar de escribir el poema que empezó y a partir del cual se montó el festival.

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