Sea cierto o no que remonta la llamada «economía real», aquella que afecta a la mayoría de los ciudadanos, siguen siendo muchas las imágenes que no invitan al optimismo. Y la que ofrece desde hace unas semanas el pasaje Brunel, en pleno centro histórico y comercial de Gandia, es una de ellas.
Numerosos ciudadanos que han vivido siempre en esta ciudad o que son clientes asiduos de la amplia oferta comercial existente en el centro se sorprenden cuando atraviesan esa galería, con dos bocas abiertas hacia la mismísima calle Major y a la ahora llamada Delicada de Gandia.
«Lo último ha sido el bar», señala uno de los vecinos que habita en las viviendas superiores de los locales comerciales, y añade que ahora se ve más gente accediendo a los pisos que clientes que entran a mirar los escaparates.
Si bien es cierto que en el centro histórico de Gandia los comercios están sufriendo un periodo de renovación consistente en el cierre de viejos locales para la apertura de nuevos, en el pasaje Brunel no se ha dado ese relevo a pesar de que forma parte de la arteria principal del comercio gandiense.
Siete cristaleras de tiendas de moda, de un conocido local de objetos de cerámica y regalos que se trasladó hace tiempo a la calle de Sant Francesc de Borja, la del pequeño bar, e incluso el de una joyería aparecen ahora desnudas o cubiertas con cartones y pinturas, exhibiendo, con las persianas tiradas, el cartel de se vende, se alquila o disponible.
Hace años que la Cooperativa Comercial Centre Històric de Gandia viene llamando la atención de que la crisis ha hecho que cierren muchos locales, algunos de ellos históricos, y, de hecho, existen otros muchos establecimientos en esta zona, y en otras de la ciudad, que también han sucumbido al bajón de ventas y han desaparecido, pero la imagen que se aprecia en el pequeño pasaje Brunel constituye una de las concentraciones más significativas de este drama en toda Gandia.
